Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/581

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sitio principiado el 6 de diciembre de 1864 y que sólo iba a tener fin el 2 de enero del 65, a las 8 y 20 minutos de la mañana.

En vista de la gravedad de las cosas, creciendo por momentos, Leandro Gómez decidió enviar al campo de Flores al coronel Atanasildo Saldaña, jefe colorado que era su prisionero, a fin de obtener una tregua y una rendición capitulada. El general enemigo exigió la rendición incondicional, y Saldaña volvió con la respuesta negativa a constituirse en prisión nuevamente.

Fracasada la suspensión de hostilidades, los últimos reductos de la defensa fueron tomados a viva fuerza y el jefe de los defensores vino a encontrarse prisionero del coronel brasileño Oliveira Bello, en la mañana del 2 de enero de 1865.

A esas horas, la guarnición había perdido cerca de 400 hombres entre muertos y heridos, y los que depusieron las armas llegaban a unos 700, incluyendo 98 oficiales. Los atacantes, por su parte, contaban con unos 700 hombres fuera de combate.

A propio pedido de Gómez, que prefería encontrarse en menos de sus compatriotas, el jefe imperial transfirió su prisionero al comandante Francisco Belén. Un oscuro cuanto rápido proceso subsiguiente a esta entrega, cuyos tortuosos trámites nunca han podido saberse a ciencia cierta, concluyó poco después con la ejecución del general Gómez, el cual, conjuntamente con el comandante Juan María Braga y el capitán Federico Fernández, fueron fusilados en los fondos de la casa de Rivero en un acto inicuo que nunca podrá justificarse.

Si no está cabalmente aclarada en punto a responsabilidad, la que pudo caberle a cada uno de los actuantes, es indudable que ella alcanza al general José Gregorio Suárez y al jefe de la revolución en máximo grado, entes que a jefes subalternos como el comandante Francisco Belén y algún otro.

El fusilamiento de Gómez y sus compañeros sin forma de proceso, provocó clamorosas protestas, y el mismo gobierno aliado se creyó en el caso de dirigirse a su Ministro Plenipotenciario con fecha 22 de enero, diciéndole :”El Gobierno Imperial juzga conveniente que V. E. solicite del general Flores el castigo de Goyo Suarez y de los otros subordinados del mismo General, que concurrieron a llevar a efecto semejante atentado que tanto deslustra la victoria que obtuvimos. en Paysandú”.

Pero Flores, caudillo, en aquellas circunstancias, no estaba en condiciones de acceder a las justas demandas del ministro brasileño y contemporizó, defiriendo las cosas al tiempo, “padre de prodigios”.

Carecen en absoluto de fundamento las afirmaciones apasionadas que circularon en los primeros momentos, de que el cadáver del general Gómez fuese mutilado o ultrajado. La circunstancia en que alguien cortó un pedazo de la luenga

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