gó hasta noviembre de 1872, llegó a ser uno de los últimos soldados de la primera patria, cuyo nombre se unía a la gloriosa cruzada de los Treinta y Tres.
GÓMEZ, TOMÁS José
Jefe militar con servicios que remontan a las luchas por la independencia. Había nacido en 1814, siendo hijo de José Antonio Gómez de Juana Viera.
Perteneciente al grupo de oficiales adictos al general Fructuoso Rivera, lo acompañó en el movimiento insurreccional que tuvo por jefe a este caudillo en los años 1836-38.
Vencedora la revolución, en el mes de marzo de 1839 se vió promovido a ayudante mayor del escuadrón N° 2 de caballería de línea, con antigüedad de 5 de octubre de 1838, para ascender a capitán el 17 de junio de 1840.
El 27 de julio de 1840 obtuvo la baja para atender intereses particulares en Soriano, pero el 24 de noviembre del mismo año se le llamó nuevamente al servicio y pasó como capitán al escuadrón N° 2 de caballería, En noviembre de 1841 figura como sargento mayor en el escuadrón N° 1 hasta octubre de 1842, fecha en que “en comisión por orden de S. E.”.
Promovido ya a coronel graduado, formando parte del ejército de Rivera en operaciones en el litoral del Uruguay, el 15 de julio de 1846 se le nombró jefe del 2° escuadrón del 2° Regimiento de Dragones de República. unidad formada en la misma lecha “con la fuerza venida de la ísla de Gorriti”.
A esta altura de su carrera militar, el nombre del teniente coronel Tomás Gómez viene a mezclarse en un asunto tan resonante como desagradable, cuando el 15 de octubre de 1848, haciendo abandono del mando que ejercía en la fortaleza del Cerro, se pasó a las filas oribistas sitiadoras.
Nada permitía en apariencia, una actitud semejante, y la sorpresa fué grande y general. El Gobierno de la Defensa, por decreto de fecha 18, que firman Suárez y Lorenzo Batlle, lo acusó de haber tomado esa actitud “descubiertas sus comunicaciones con el enemigo”, que dieron motivo a las más graves sospechas, y en virtud de ello fué declarado “ desertor del ejército de la República, traidor a la patria y borrado para siempre de la lista militar”; añadiéndose que, en cualquier punto “que fuese tomado el traidor Tomás Gómez mientras dure la presente guerra, será en el acto ejecutado militarmente como reo de lesa patria”.
La violencia de los términos y la radical orden de fusilamiento trasuntan un estado de ánimo excepcional en los hombres del gobierno de Montevideo, que el detalle siguiente corrobora: sustituido Gómez en la fortaleza del Cerro por el coronel Solsona, éste llevó a cabo inmediatamente una operación sorpre-