siva al saladero de González, en la esperanza de apoderarse de Gómez “dominado — dice el parte — por el vehementísimo deseo de ver castigado su crimen”.
Oribe, por su parte, lo dió de alta en su ejército el 16 de octubre, pasando a figurar en las listas del Cuartel General hasta el fin de la guerra.
El 25 de noviembre de 1857, el gobierno de Pereira nombro al comandante Gómez Jefe Político interino de Minas, en sustitución del coronel Bernabé Magariños, pero casi en seguida llegó el reemplazante. En enero de 1863 figura en la Guardia Nacional del mismo departamento.
Dado de baja en 1868, con motivo de los sangrientos sucesos del 19 de febrero, se le repuso en los cuadros el 25 de agosto del mismo año.
Radicado en la villa de Minas, donde tuvo ocasión de desempeñar cargos en la Junta Económico-Administrativa, falleció en esa localidad el 26 de abril de 1883.
GÓMEZ RUANO, ALBERTO
Profesor, pedagogo e historiador. Nacido en Montevideo el 22 de enero de 1858, fué hijo del general Andrés A. Gómez y de Petronila Ruano Reissig, argentina, y desde sus primeros años demostró condiciones de inteligente a la par de contraído estudiante.
Participo — a su hora — en las luchas políticas de principistas y netos que afectó a los dos bandos tradicionales, y cayó herido en la plaza Constitución el 10 de enero de 1875, defendiendo la buena causa.
Bachillerado en la Universidad, abandono sin graduarse los cursos de derecho, para dedicar todos sus entusiasmos docentes a la cátedra de Geografía Universal, obtenida a concurso en la Sección de Enseñanza Secundaria.
A la vuelta de un viaje a Europa, pensó crear en Montevideo un Museo y Biblioteca pedagógicos, al tipo de los que había admirado en el viejo mundo y a tales efectos formuló las bases del futuro instituto, ofreciéndose al Estado para ponerlo en planta, instalándolo y organizándolo a simple título honorario. Tuvo la satisfacción de que el gobierno del general Tajes prestase el merecido apoyo a su progresista idea y el nuevo Instituto fué creado por decreto de 5 de enero de 1889 que, al mismo tiempo, lo nombraba Director.
Entrado a la posesión de su cargo, Gómez Ruano se entrego en cuerpo y alma a la nueva fundación, que con sobra de motivos consideraba obra suya, y a servicio de la casa empleó, sin usura, sus bellas dotes intelectuales, sus vastos conocimientos y sobre todo el entusiasmo sostenido que fué, tal vez y sin tal vez, el factor más eficiente de triunfo.
El Museo y Biblioteca Pedagógicos de Montevideo alcanzaron categoría de institutos de excepcional
