Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/596

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el 31 de marzo de 1879 aceptó del gobernador Latorre la designación de Juez Letrado en materia civil, puesto que desempeñó en los dos distintos turnos, entendiendo también como juez de Hacienda por espacio de 15 años, hasta marzo de 1894, en que la Asamblea General le dió sus votos para Ministro del Superior Tribunal de Justicia. Larga labor llevaba en funciones de camarista, cuando al crearse la Alta Corte el año 1907, fué votado para integrarla. Sólo estuvo ocho meses en su alto puesto y se retiró de la magistratura en busca del reposo ganado en casi treinta y dos años de juez. No desaprovechó sus ocios, empleando los restantes días de una vejez vigorosa y lúcida en escribir, a la par de los recuerdos de su vida de magistrado y de ciudadano, una serie de artículos del género anecdótico, abundantes en curiosos detalles sobre el pasado civil y social de Montevideo — que había conocido muy dé cerca — y lleno de observaciones personales inteligentes y perspicaces, que de no haberlas recogido en sus crónicas hoy estarían perdidas sin remedio.

Asimismo se deben al Dr. González, tratando temas de su especialidad, “Breves apuntes sobre la Administración de Justicia”, (1895); “Estudio sobre la Constitución Orgánica y Reglamentaria de la Justicia Civil y Criminal”, (1902); y opúsculos sobre Tribunales Colegiados, Jurado, etc.

En 1918, bajo el seudónimo de Licenciado Peralta, dió a luz tres obras: Carnet de un Filósofo de Antaño; Sueño Tártaro, y Bocetos y Brochazos, labor probatoria de que existían materiales acumulados de tiempo atrás, cerrando la lista “Resonancias del Pasado”, en 1920.

Interesante en sí misma, falta a la producción del Dr. González un nivel sostenido, pues el narrador ameno suele desaparecer en ocasiones y entonces el libro decae y el lector se pierde entre divagaciones y comentarios al margen,


GONZÁLEZ. FELICIANO

Militar, que después de un prolongado lapso de servicios finalizó la carrera de armas con galones de coronel del ejército, conquistando un grado que excepcionalmente alcanzaban en la época los hombres de color. Esta circunstancia, su valentía probada en los campos de batalla de ambas repúblicas platenses, su don de gentes y su robusta ancianidad, confirieron a Feliciano González el prestigio que, mezcla de histórico, exótico y familiar, lo acompañó en sus últimos años.

Había venido al mundo en Montevideo el 9 de junio de 1820, de padres africanos.

Su actuación militar parece que se remonta al año 1837, sirviendo en la Guardia Nacional, pero el ingreso al ejército — según los datos oficiales corresponde al 14 de febre-

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