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días Nacionales en Montevideo.

Triunfante la revolución colorada del general Flores, que el tan encarnizadamente había combatido, paso a Entre Ríos dispuesto a irse al Paraguay para volver con los auxilios que prometía a los blancos vencidos el presidente Francisco Solano López.

Saliendo de Concepción del Uruguay el 22 de agosto de 1865 y filtrándose por entre las poblaciones y líneas argentinas, consiguió después de una travesía de ciento cincuenta leguas llegar al campamento paraguayo de Las Cuevas, con un grupo de correligionarios donde formaban el Dr. A. de las Carreras, Telmo López, Antonio Tomé y otros. Del campamento un buque de guerra paraguayo los condujo a Humaitá y de allí pasaron a Asunción.

En esta capital vivió unos cuantos meses y llevaba camino de unirse con la hermosa asunceña Bárbara Jovellanos, cuando comenzaron los terrores del Mariscal Presidente.

Envuelto en las sospechas y en los chismes de los espías del tirano fué preso, llevado al ejército y ejecutado por fin después de sufrir los bárbaros tormentos de la « justicia » del Supremo, del mismo modo que casi todos los compatriotas uruguayos que cegados por la ilusión lopista, cayeron bajo la garra del Mariscal guaraní.

Su nombre está incluído en las famosas « Tablas de Sangre » del general F. I. Resquín, correspondientes a los días atroces de San Fernando, donde figuran tantos nombres ilustres.


ANAYA, CARLOS

Encargado varias veces del Poder Ejecutivo en su calidad de Presidente del Senado ; soldado de la Patria y miembro de la Asamblea de la Florida el año 25. Nacido en la villa de San Pedro, en Buenos Aires, el 4 de noviembre de 1777, pasó a los 20 años a residir en Montevideo en ocupaciones de comerciante y se incorporó voluntario a los ejércitos de la revolución, siendo teniente en la batalla de las Piedras.

Reiniciada la lucha por la emancipación el año 25, cuando Lavalleja invadió con su puñado de compañeros el 19 de abril, Anaya buscó el modo de sumarse al levantamiento del país y tratándose de un ciudadano de ilustración y condiciones poco generales en la época, tuvo prestamente importantes destinos en la provincia sublevada, siendo nombrado comisario general de guerra el 14 de julio de 1825 y al año siguiente juez de 1ª instancia en el Depto. de Maldonado. Electo representante de esta jurisdicción para la Asamblea General de la Florida, firmó las famosas declaraciones del 25 de agosto de 1825, en que la Provincia reasumía la plenitud de la soberanía e independencia y declaraba incorporarse a las Provincias Unidas.

Siendo gobernador y capitán general de la provincia el brigadier general Juan Antonio Lavalleja, Anaya desempeñó funciones de secretario de gobierno y hacienda del 7 de abril al 5 de julio de 1826.

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