Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/624

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bria y limpia y que dominaba además el pastel con la soltura de cualquier pastelista europeo, el ambiente artístico rioplatense apreció ampliamente su mérito.

El, por su parte, modestísimo en su visión de laureles, añadió a la obligada tarea de ganarse la vida, la dirección de la escuela del Círculo de Bellas Artes, que un grupo de entusiastas aficionados, contando con el desinteresado apoyo del joven maestro, venían de fundar en 1905.

Se hizo tiempo, asimismo y con vistas de futuro, para especializarse en motivos de género nativo, trabajando en reiterados viajes a campaña, soberbias figuras de gauchos, de criollos y de milicos y pintando paisajes camperos de un verismo excepcional.

De este modo, al propósito manifiesto de abordar la pintura de hístoríca, se pudo agregar ante los progresos de Herrera, la certeza de que estaba capacitado para hacerlo. Después de un primer “Artigas delante de Montevideo”, ecuestre, encargo del Club Oriental de Buenos Aires, vino una nueva interpretación del caudillo revivido “épico y triste”, “Artigas sobre la Meseta”, que reportó al artista un triunfo consagratorio.

Mientras pintaba “La mañana de Ascencio” y tenía casi listo el boceto del Congreso del Año XIII, una .grave dolencia seguida de difícil intervención quirúrgica impuso un largo paréntesis en la obra.

Reintegrado al taller, modificó la composición de su tela impersonalizándola, conforme pudo haberla visto en los días de enfermo, días de depuración y de íntima claridad transparente. Pero apenas tuvo tiempo de darle término cuando una complicación bastarda que desconcertó a los médicos, lo abatió, el 28 de marzo de 1914.

Un grupo de amigos y admiradores de Herrera elevaron en los jardines del Prado de Montevideo, por mano del prestigioso escultor compatriota José Belloni, un monumento con su busto, el cual, conforme se dijo en el acto de inaugurarlo en julio de 1921, no debía considerarse ni como una herma elevada en recuerdo de amistad ni como recordatorio de una promesa trunca, sino como la consagración de un verdadero artista en condiciones de recoger el pincel pesado de gloria — de Juan Manuel Blanes.


HERRERA, JUAN JOSÉ de


Ministro de Estado, diplomático, legislador y hombre político. Hijo del coronel Luis de Herrera y de María Inés Pérez, vino al mundo en Montevideo el 15 de octubre de 1832.

Siendo todavía muy joven pasó a Europa en compañía de su familia, circunstancia aprovechada para frecuentar, lo mismo que sus hermanos, excelentes colegios de Francia. De vuelta al Rio de la Plata fué a vivir en Buenos Aires, modesto em-

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