Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/628

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ción de Edecán pasando agregado al Estado Mayor. No impidió esta vinculación para que el nombre de Herrera apareciese como anti-riverista mezclado en los movimientos facciosos de Lavalleja y Garzón, tomando parte en el motín del 3 de julio, por cuya causa fué dado de baja del ejército el 20 de agosto del año 32.

El general Oribe, electo sucesor de Rivera en la presidencia, lo reincorporó a los cuadros el 9 de marzo de 1835.

Prestamente, el 31 de julio de 1835, en virtud de la ley de Reforma Militar, dejó de pertenecer al ejército; pero levantado en armas el general Rivera al año siguiente, el gobierno lo llamó de nuevo al servicio como sargento mayor el 25 de agosto de 1837 y bajo las órdenes directas del presidente de la República. Ayudante del general en jefe de la guarnición el 25 de enero de 1838, su vinculación con el general Oribe no fué plena y en los momentos más difíciles de la guerra civil, el 13 de julio de 1838, solicitó y obtuvo su baja absoluta del ejército.

En la hora de la invasión oribista que inicia la Guerra Grande, luego de manifestar su disconformidad con el papel de lugarteniente rosista que el general Oribe había aceptado en la contienda, embarcóse para Europa y allí permaneció durante diez años, no regresando sino después de celebrada la Paz del 8 de Octubre de 1851.

En les días de la revolución conservadora contra el presidente Flores, adhirió a Luis Lamas, jefe interino del Poder Ejecutivo y se le nombró — con fecha 31 de agosto de 1855 — jefe del 3,er batallón de Guardias Nacionales movilizado de la capital, con jerarquía de coronel, pero rehusó el destino, lo mismo que la jefatura del departamento, que se le daba por decreto de 2 de setiembre.

Su largo alejamiento de la política activa y sobre todo su prescindencia en la enconada contienda de la Guerra Grande — período que pasó expatriado voluntariamente en Europa — hizo que Gabriel A. Pereira, llevado al gobierno como colorado fusionista, eligiese a Luis de Herrera, blanco moderado y fusionista a su vez, para confiarle la Jefatura Política de la capital el 19 de marzo de 1856.

En este cargo lo encontraron los graves sucesos que aparejó la revolución conservadora del general César Díaz en diciembre de 1857 y enero del 58, El coronel Herrera, que era culpable de muchos excesos gubernistas y había sido un activo muñidor en las escandalosas elecciones que contribuyeron a crear el clima político que debía desembocar en la guerra civil, tuvo una participación tan grande como decisiva y condenable en el desconocimiento por el gobierno de Pereira de la capitulación de Quinteros y en la subsiguiente ejecución de los principales jefes y oficiales que confiaron en la palabra del general Anacleto Medina.

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