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a Anaya, que continuaba titulándose senador y presidente del alto cuerpo pese al mucho tiempo corrido de su término constitucional. Pero los legisladores del Cerrito, en un arranque inesperado de independencia observaron a su general y jefe que las facultades extraordinarias de que se hallaba investido no eran delegables. Planteado el conflicto, Oribe tomo la resolución sensata de desistir de su ida al ejército eliminando de este modo la causal de la divergencia.

Después de la paz de octubre de 1851 no se le vuelve a encontrar en política, viviendo en retiro de la jubilación que se le había concedido en 1833 como ex-comisario de Guerra.

Su asignación era muy escasa, sin embargo y sus últimos años los pasó Anaya en tan gran estrechez económica que alguna vez hubo de pensar — así se lo dice al presidente Pereira en una carta que corre publicada — que iba en trance de recurrir a la beneficiencia pública.

Falleció el 18 de junio de 1862 en época en que sus correligionarios políticos gobernaban la República, pero murió tan completamente olvidado, que un diario de su credo se consideró en el caso de agradecer públicamente al coronel Basterrica y un grupo de oficiales del batallón de su mando, su presencia en el entierro del anciano patriota.

“Hombre culto y espíritu inquieto y curioso”, dedicó largas horas a la literatura histórica, habiendo llegado hasta nosotros una Memoria Biográfica, principiada en 1838 ; una “Biografía del Opresor de su Patria D. Fructuoso Rivera” ; Breves apuntaciones en extracto sobre la vida militar y política del Sr. Br. Gral. ex-presidente Dn. Manuel Oribe, y Apuntes para la Historia de la República Oriental del Uruguay, publicados en 1864 en la revista montevideana Iris.

De su memoria póstuma se han impreso algunos fragmentos y se tienen noticias de una autobiografía.

De evidente interés y llenos de noticias y de datos ilustrativos, los escritos de Anaya se resienten sin embargo de mucho apasionamiento que en ocasiones, como cuando trata la personalidad del general Rivera, toca el límite de la diatriba. Odios que arrancaban de los primeros años de la patria todavía persistían exacerbados.


ANDREONI, LUIS

Ingeniero italiano avecindado en la República desde el año 1876 y que había visto la luz en Vercelli, Piamonte, el 7 de octubre de 1853, descendiente de una familia de graduados universitarios.

Formado Ingeniero Civil en la Real Escuela de Aplicación de Nápoles con las más altas notas, tenía hechos estudios preliminares en Turín, capital de su provincia.

Llegó en plena dictadura de Latorre y ejerció en el transcurso de una larga y útil existencia las más variadas actividades, sea en orden técnico, atinentes directa o indirecta

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