Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/633

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1841, siendo bautizado en la Iglesia de San Francisco donde se a impusieron los nombres de Julián Basilio, correspondientes al día del nacimiento en el santoral católico. Descontento de esa elección, probablemente, adoptó el primero de los dos nombres abreviado y mejorado en Julio.

Luego de concurrir al Colegio Montevideano vivió en Paysandú, en la estancia de un hermano, donde en 1857 tuvo un maestro de francés que le enseñó su idioma mientras preparaba algunas materias universitarias.

Cuando triunfó la revolución colorada en 1865, de vuelta hacía algún tiempo en la capital, fué nombrado secretario de la Comisión Municipal de Salubridad, pero estuvo poco en ese destino, pues el Gobernador Delegado Dr. Francisco A. Vidal, “teniendo que hacerse el nombramiento de secretario de S. E, el señor general del ejército de operaciones en persona idónea”, en que concurrieran las cualidades necesarias, lo eligió para el cargo con la dotación de 150 pesos mensuales, por decreto de 20 de junio. Desempeñó sus funciones en todo el término de la campaña de Corrientes, hallándose en la batalla de Yatay, después de la cual Flores lo comisionó junto con el coronel Bernabé Magariños para trasladarse a la Provincia de Río Grande y salir al camino del Emperador Pedro II — que venía por tierra con rumbo a Uruguayana — a fin de presentarle sus saludos y darle relación de la victoria recién obtenida.

El encuentro con la comitiva imperial tuvo lugar el 29 de agosto entre Caza Pava y San Gabriel.

Invadido el territorio paraguayo compartió en los campamentos las penalidades y rigores del ejército hasta su vuelta al país junto con Flores, el 1° de setiembre de 1866.

Apenas en Montevideo siguió viaje para Río Janeiro, con una misión especial ante el Emperador.

En la capital reinició los estudios de derecho mientras colaboraba en la “Revista Literaria” de J. A. Tavolara y se licenció en jurisprudencia en abril de 1868, el mismo año en que con Juan Augusto Ramírez y Alcides de María redactaba “El Chubasco” periódico satírico que por su excesiva mordacidad tuvo corta existencia y cuyas caricaturas corrían a cargo de Juan Manuel Blanes. Miembro de la redacción de “El Siglo”, se distinguió como poseedor de una pluma penetrante y ática, un instrumento de propaganda y un arma de combate que, según Rodó, no habían sido superados en las lides de nuestro periodismo y desde las columnas del prestigioso cotidiano “amonestó en la victoria a su partido”. En agosto del 68 tuvo funciones de “secretario de su padre cuando éste fué a Buenos Aires en misión especial y el 31 de julio de 1872 el presidente Tomás Gomensoro le confió la cartera de Relaciones Exteriores. Corta fué su permanencia en la cancillería, pero

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