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complicación gripal, el 22 de junio de 1910.


HERRERA Y REISSIG, JULIO Manuel Julián

Poeta, considerado como uno de los más altos valores literarios que haya tenido el país. Hijo de Manuel Herrera y Obes (primogénito éste del estadista don Manuel) y de Carlota Reissig, vino al mundo el 9 de enero de 1875, en una quinta, propiedad de su padre, en la esquina de las actuales avenidas Lucas Obes y Buschental, tan a última hora de la noche, que entre algunos de la familia túvosele por nacido el 10. La partida respectiva en la iglesia Matriz registra como fecha el 9, es decir la legítima.

Nació enfermo, a punto de que se abrigaban serias dudas de futuro, constatada por el eminente médico Gualberto Méndez una lesión cardíaca congénita, que los suyos la resumían en la frase a la vez gráfica y enigmática de “tiene el corazón muy chico”.

No eran vanos los pesimistas augurios del talentoso clínico, pues Julio Herrera y Reissig padeció toda la vida de su dolencia cardíaca, que en los primeros tiempos manifestábase con violentas palpitaciones que hacían temblar su camita de niño. Con los años, la enfermedad fué caracterizándose por un dolor punzante angustioso y mortal que sólo se lograba calmar con morfina, siendo al fin ese corazón desacompasado y en falla el que vino a ocasionar su prematura muerte.

No hizo Herrera y Reissig estudios disciplinados de clase alguna, pero lector incansable, verdadero devorador de toda clase de libros y dotado de excelente memoria, se hizo pronto de una preparación y de un bagaje extraordinarios en materia de letras, dominó el francés y adelantó en conocimiento del griego del latino. Por lo demás, lo apasionaba la geografía y los problemas astronómicos le resultaban arrebatadores.

De su pasión por las ciencias geográficas dice un texto de geografía nacional escrito alrededor de 1897 en colaboración con su primo el teniente de navío César Fournier, de cuyo manuscrito no se tienen ulteriores noticias.

A sus primeros versos románticos sucedió la extensa obra interrumpida en hora temprana, de la cual son acabada aunque no completa muestra cinco volúmenes de poesías editadas después de su muerte: “Los Peregrinos de Piedra”, “Las Lunas de Oro”, “El Teatro de los Humildes”, “Las Pascuas del Tiempo” y “La Vida y otros poemas”.

Su orientación estética ha hecho de Herrera y Reissig el representan- te más genuino del movimiento novecentista en el Uruguay, y su obra — no obstante lo corto de su vida — le ha dado categoría de maestro indiscutido, no sólo en indoamérica, sino también en tierras ibéricas.

Fundó “La Torre de los Panoramas”, capilla artística que congre-

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