Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/658

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dictador, con el beneplácito de varias parcialidades y fracciones políticas y el apoyo decisivo del ejército de línea, a cuyos jefes había comprometido bajo firma puesta al pié de un documento — evidentemente subversivo — a acompañarlo en la aventura extra - constitucional, luego de remover o destituir a los que no consintieron en acceder a sus solicitudes o imposiciones.

Entre los militares firmantes del extraordinario compromiso figuraba Isasmendi, pero según sus posteriores declaraciones, las cuales abonó con cartas y documentos, reforzados por testimonios vivos, su firma fué puesta con la reserva mental de permanecer en el mando del regimiento a fín de tenerlo a sus Órdenes y utilizarlo en el futuro contra el mismo Cuestas, y a servicio de la causa constitucional, en una reacción que la fuerza de los sucesos impedía llevar a cabo en esos momentos. (Ver “La revolución del 4 de julio de 1898 — Al ejército de línea y a mis correligionarios y amigos”. A. Isasmendi — Montevideo).

Joven, de buena planta y naturalmente simpático, el mayor Isasmendi tenía ganada la voluntad del dictador, persona de carácter muy difícil, que lo apodaba familiarmente “su vasquito”.

Profunda decepción debió ser entonces la suya, cuando el 4 de julio de 1898, al estallar en Montevideo el movimiento militar contra su gobierno discrecional, el mayor Isasmendi salió a la calle sublevado a la cabeza del regimiento de que era 2° jefe, después de reducir a la impotencia al teniente coronel Carlos Morador y Otero, su inmediato superior, de cuya vida Isasmendi mismo se había constituido en garante.

Valeroso y eficaz en la lucha, terminada la jornada bélica con la deposición de las armas por los revolucionarios, bajo fe de un convenio que se pactó entre los jefes del movimiento y el dictador, demasiado a la ligera y en forma nunca bien aclarada, Cuestas, dueño nuevamente de la situación, interpretó a su antojo el acuerdo ajustado y el mayor Isasmendi, de igual modo que gran número de militares y civiles actores en los sucesos, fué extrañado del país.

A fines de enero de 1899 vino nuevamente al territorio nacional, pero entonces como segundo jefe de una expedición revolucionaria Comandada por el coronel Zenón de Tezanos, que invadió la República por el departamento de Colonia.

Engañados por «quienes estaban comprometidos a cooperar en el movimiento, la poco numerosa columna se vió pronto reducida a la impotencia, envuelta por fuerzas gubernistas muy superiores y fué necesario capitular en Piedras de Espinosa, después de un corto tiroteo.

Permaneció Isasmendi en prisión hasta el 8 de mayo, y al año siguiente, en el mes de marzo, fué restituido a su grado pasando a figurar en reemplazo.

Entonces se fué a vivir en el de-

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