Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/666

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notables por lo artístico y primoroso de su labor.

Contrató con el gobierno la confección de la primera moneda nacional y son de mano suya las piezas de cobre de 2 y de 5 centésimos de real del año 1840, acuñadas en su taller de Montevideo, la última de las cuales se ha convertido con el andar de los años en una extraordinaria curiosidad numismática.

Es autor asimismo del cuño de la primera moneda uruguaya de plata hecha en la Casa de Moneda Nacional de 1843, conocida con el nombre de Peso del Sitio.

En labor exclusivamente artística, debemos a Jouve una medalla de plata batida en 1840 después de la victoria de Cagancha, con el busto del general Fructuoso Rivera, coronada la cabeza de laureles.

Dispensó el General protección particular al marsellés artífice, a quien hizo compadre suyo, sosteniendo con doña Bernardina a uno de sus hijos en la capilla bautismal de la Matriz.

Pocas noticias se han tenido hasta ahora de la vida de este consumado burilador, aparte de las también escasas que pueden referirse a los 15 o 20 años que debió residir en Montevideo, pero ciertos indicios permiten creer que luego de ausentarse de la República trabajó como armero y mecánico en la provincia brasileña de Río Grande y que muy posiblemente fué en la ciudad fronteriza de Yaguarón donde finalizó su agitada existencia.


JUANICO CANDIDO Quintín de los Santos

Hombre político, magistrado y jurisconsulto, con saliente y prolongada intervención en la vida pública, Era hijo de Francisco Juanicó, comerciante español, de Mahón, y había nacido en Montevideo el 30 de setiembre de 1812.

La desahogada posición de su padre le permitió, una vez hechos los primeros estudios, ir a continuar su educación a Europa, frecuentando durante tres años buenos colegios en Inglaterra. Más tarde pasó a Francia a cursar Derecho — sin alcanzar a graduarse — y después realizó una larga excursión por España donde hizo excelentes relaciones y fué amigo de Espronceda.

De regreso al país, era Juanicó un perfecto hombre de mundo, de vasta ilustración general, oreado por los vientos de liberalismo que soplaban en Europa, aunque, en el fondo, conservador y reaccionario.

Hizo estudios en la Academia Teórico Práctica de Jurisprudencia y pese a que no se llenaron todos los requisitos legales del caso, Juanicó pudo ejercer la profesión de abogado, y más tarde usó título de doctor sin que se le halle inscripto en la matricula del Superior Tribunal.

El gobierno de Rivera lo nombró miembro de la Comisión de Censura y Dirección del Teatro, en diciembre de 1838, y cuando se dieron los conflictos iniciales con el ti-

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