Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/667

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rano Rosas, no vaciló en declararse enemigo de su sistema regresivo. En este orden de ideas, a la fecha en que el general Oribe vino a sitiar a Montevideo como jefe del Ejército Unido de Vanguardia de la Confederación Argentina, el Dr. Juanicó no sólo permaneció en la capital, sino que tomó servicio de armas enrolado en uno de los batallones de la Guardia Nacional.

Nombrado Juez del Crimen en marzo de 1843, dimitió su puesto el 16 de octubre de 1846, después de la desagradable incidencia que motivó el suponerlo eninteligencias con los sitiadores. Absuelto del cargo creyóse en el caso de renunciar por razones de delicadeza. y los hombres de la Defensa, por su parte, dejando de lado la cuestión, incluyeron a Juanicó entre los miembros del Instituto de Instrucción Pública, que venía de crearse (setiembre de 1847).

Desambientado, a pesar de todo, en la capital, resolvió ausentarse de ella pasando a Buenos Aires a principios de 1849, para regresar recién en 1851, pero yendo a vivir entonces en una quinta del Miguelete, o sea en jurisdicción del mismo gobierno de Oribe, que en los días en que aceptaba nombramientos del gobierno de Montevideo, lo había llamado desde las columnas de “El Defensor de la Independencia Americana”, el “salvaje unitario Cándido Juanicó”.

Hasta el fin de la Guerra Grande en aquella extraña sociedad del Cerrito de la Victoria, “en medio del caserío que tenía algo de aduar y de toldería”, donde Oribe lo aceptó amable, pero donde no tuvo rol positivo de especie alguna, y finalmente se hizo sospechoso de tibio, como Eduardo Acevedo, Doroteo García y tantos otros.

Diputado por Montevideo al reconstruirse el parlamento de 1852 — después de la Paz del 8 de Octubre de 1851 — sus estrenos como legislador no fueron precisamente brillantes, circunstancia que debió influir para que prefiriese pasar al Tribunal de Apelaciones, votado por la Asamblea en 1853.

Después de la caída del presidente Giró, el nuevo gobierno subsiguiente hizo entregar a Juanicó los pasaportes para que abandonara el país el 23 de noviembre de 1853, conjuntamente con las primeras figuras del Partido Blanco.

Miembro del Consejo de Estado que no llegó a tener funciones, y diputado por Canelones para integrar en 1857, en la presidencia de Pereira, la 7ª legislatura, la influencia política de Juanicó acrecentóse en forma extraordinaria ante aquel magistrado caduco y dipsómano. No existen pruebas, pese a lo que se ha dicho, que su ascendiente se hiciera sentir — mal empleado — en los terribles días de Quinteros, y hasta hay quien piensa al contrario, que fué un elemento moderador.

Obtuvo de Pereira el decreto de 4 de febrero de 1858, según el cual, después de hacer tabla rasa con el

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