Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/69

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Amparado en el pacto de pacificación del 8 de octubre de 1851, a los nueve años casi día por día del decreto que lo radiaba del ejército, otro decreto expedido el 4 de febrero de 1852 y que por curiosa coincidencia lleva al pie la misma firma de Joaquín Suárez — refrendada ahora por José Brito del Pino — se declaró al coronel Antuña en pleno goce de su reputación y buen nombre “adquirido en su dilatada y honrosa carrera”, quedando derogado el de 1843.

Siempre con grado de coronel, se le halla figurando como subteniente en la extravagante Guardia de Honor de la Constitución y del Gobierno, ideada en noviembre de 1857 para solaz de las fatuidades seniles del presidente Pereira.

Falleció en Montevideo el 8 de octubre de 1869.


APARICIO, TIMOTEO

Militar, general de la República que dió su nombre a una cruenta revolución de dos años encabezada por él como jefe del partido blanco. Buen lancero criollo, era de tan probado valor en la pelea como escaso de verdaderos conocimientos en ciencia de guerra.

Había nacido en el Paso de Palomeque, del Canelón Grande, el 22 de agosto de 1814, pero sus pagos de adopción fueron los de Florida, circunstancia que pudo haber inducido a error haciéndolo aparecer como nativo floridense.

Hombre de campo y leñatero de monte en sus años de mozo, principió a servir movilizado contra los revolucionarios riveristas llamados constitucionales en 1836, ganando sus primeros galones.

Emigrado a la caída de Oribe, participó en las campañas de éste como general de Rosas en las provincias argentinas llegando a ser teniente 1° ; más tarde cuando aquel invadió la República — después del desastre sufrido en Arroyo Grande por el ejército nacional, — Aparicio era oficial de milicias con grado de capitán. En la Guerra Grande, la zona del Este fué el campo principal de sus actividades a las órdenes de Juan Barrios y de Bernardino Olíd. Y en este período se le acusó de haber intervenido en el episodio un tanto turbio de la muerte del coronel Fortunato Silva, afirmación que, repetida con frecuencia, no está confirmada debidamente.

En la reacción oribista de 1854 en favor del depuesto presidente Giró fué derrotado y obligado a deponer las armas. Estuvo con las fuerzas gubernistas cuando la revolución colorada de César Díaz en 1857-58, tocándole ser uno de los jefes de actuación en los días de la tragedia de Quinteros. A raíz de estos sucesos se le promovió al grado de coronel de Guardias Nacionales de caballería el 9 de febrero del 58 y poco más tarde esos despachos le fueron cambiados por los de caballería de línea.

En la presidencia de Berro, combatiendo a los revolucionarios flo-

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