Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/697

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No era sin embargo el coronel Lamas, por varias circunstancias, hombre para desempeñarse en la empresa que iba a acometer; pero tampoco se habría podido hallar otro o ninguno que sirviera para ello. Era el caso de un hombre llamado a sustituir a un semi-dios. Diego Lamas, un poco en el olvido ahora, a los 6 años de su muerte, era el semi-dios.

Por otro lado, Aparicio Saravia, jefe conjuntamente con el extinto coronel en 1897, había crecido tanto en sus pretensiones de general y en su prestigio partidario, que ni admitía ni creía necesitar consejos militares ni políticos de nadie, bastándose y sobrándose a sí mismo.

El coronel Gregorio Lamas, “jefe de Estado Mayor del Ejército revolucionario de 1904, no pudo ser otra cosa que un jefe ilustrado en ciencia militar, pero al cual el caudillo criollo ensoberbecido apenas si miraba con mal disimulada superioridad. Lamas vióse constreñido a dotar de cierto aspecto orgánico a un ejército irregular, en ocasiones informe, organizando servicios y trazando directivas de conducta constantes en meditadas “Ordenes Generales”.

Vencida la revolución a la muerte de Saravia y ajustada la paz, el coronel Gregorio Lamas no había alcanzado a crearse una personalidad entre los suyos y en cambio había quebrado su carrera en el ejército de la República,

Es verdad que el gobierno lo reincorporó en su calidad de coronel graduado en 1907, pero no volvió a tener actividad política ni militar de ninguna especie.

Con el general aprecio que merecía por sus cumplidas condiciones de soldado y de caballero, murió el 7 de diciembre de 1919, en la misma modestia silenciosa que caracterizó su vida, en la casa de su anciana madre doña Mercedes Delgado, a la cual rendía un verdadero culto.


LAMAS, JOSÉ BENITO

Sacerdote benemérito de la época de la independencia, tercer Vicario Apostólico de la República, elevado a la entonces más alta categoría de la iglesia católica del Uruguay — según palabras de Heraclio Fajardo — por “sus virtudes cívicas y evangélicas, sus vastos conocimientos, su ilustración y su carácter”.

Nacido en Montevideo el 12 de enero de 1787, era hermano de Luis Lamas, califica de figura de nuestra historia.

Una vocación manifiesta lo llevó a seguir la carrera eclesiástica, tomando el hábito de San Francisco en Buenos Aires el 8 de marzo de 1803, siendo un mocito de 16 años cumplidos no hacía mucho.

El lucimiento acreditado por Lamas en los estudios, mereció como premio la opción que le permitía elegir cátedra entre las diversas que los religiosos de la orden tenían a su cargo en el territorio virreinal y prefirió Montevideo, principiando sus enseñanzas de lógica en julio del año 10.

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