Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/698

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Poco más de un año alcanzó a ocupar la cátedra, pues sospechado a la par que otros compañeros de profesar ideas favorables a la causa de la patria, fué expulsado de la plaza sitiada el 22 de mayo de 1811. Diógenes Hequet, en uno de sus Episodios Nacionales, representó la escena nocturna en que el insolente español, señalando a los expulsos el campo artiguista, les dice: “Váyanse con sus matreros!”.

Acogido por Artigas en su campo, permaneció Lamas frente a la capital hasta que, finalizando el año, se fué a Buenos Aires a reanudar sus tareas docentes.

Transferido a distintos destinos en las Provincias Unidas, volvió a su ciudad natal a fines de 1814, donde el gobierno patrio recién instalado por Artigas, le confirió el 12 de noviembre de 1815 — previa propuesta del Cabildo — la dirección de la Escuela Pública de Montevideo, cargo en el cual mantúvose hasta principiar el año 17, después de haberlo atendido a satisfacción plena, siendo uno de los sacerdotes que honraban el clero nacional.

La patria venía de sufrir a esas horas, un golpe de muerte; invadida por los, portugueses, quebrantada la resistencia nacional, los extranjeros intrusos habían ocupado Montevideo el 20 de enero.

Los verdaderos patriotas prefirieron abandonar la ciudad antes que aceptar la humillación que un Cabildo escaso de ánimo soportó de buen grado, y fray José Benito Lamas abandonó por segunda vez la capital para seguir sus predicaciones en Buenos Aires, y más tarde en Mendoza, en 1821, unir su nombre a la trágica suerte del general chileno José Miguel Carrera, fusilado en la plaza de aquella ciudad andina. Lamas, confesor del vencido caudillo al cual acompañó en el trance supremo, está inmortalizado en el magnífico óleo en que Blanes tradujo, con su pincel magistral, la honda tragedia de la cárcel del Sótano. Así, por dos veces, aparece en nuestra pintura histórica la figura simpática y suave de Fray Lamas.

Sus peregrinaciones llegan a término, cuando el año 30 torna a radicarse en Montevideo en ejercicio de la unción sacerdotal, al mismo tiempo que como docente. En el correr de 1833 se le dió el nombramiento de preceptor de la clase de latinidad, siendo el candidato más capacitado para desempeñar ese cargo, cuando se creó por ley de 8 de junio. Unió a esta cátedra la de Filosofía en 1831 y después, en 1836, la de Teología Dogmática y Moral, donde enseñaría casi veinte años.

Dedicó atención grande y particular esmero a la preparación de elementos nacionales para engrosar las filas del sacerdocio.

Cura de la Iglesia Matriz, cuando terminada la Guerra Grande se reconstruyeron los poderes constitucionales, ingresó en la representación nacional el año 1852, electo senador por Montevideo.

Muerto en 1852 el Vicario Lorenzo A. Fernández, un conflicto surgió entre los elementos de la curia,

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