Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/706

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produjo el 19 de abril del año siguiente.

Con fecha 26 de junio de 1863 se le nombró ministro residente en la República del Paraguay, donde propuso al gobierno de López una alianza defensiva y ofensiva, en momentos que existía un agudo conflicto entre el Uruguay y Argentina, El presidente paraguayo, egoísta, difícil y fiel a su política evasiva, no quiso entrar en ese terreno y con igual espíritu negó su asentimiento a una nueva propuesta para que buques uruguayos y paraguayos ocuparan, como seguridad común, la isla Martín García, poseída por los argentinos. Sólo consiguió — además de vagas promesas y los deseos del Presidente por la felicidad y engrandecimiento del Uruguay — ahondar con sus insistencias en el espíritu caviloso de López, originando un ambiente malo para nuestro país, a punto de que Borges, Ministro de Relaciones Exteriores paraguayo, escribió a sus agentes diplomáticos en Buenos Aires y Paraná: “El Dr. Lapido se ha empeñado en crear una situación que va haciéndose desagradable a los intereses de todos y mucho más a los de la República Oriental del Uruguay”.

Convencido al fin de que sus gestiones eran frustráneas, abandonó Asunción, a donde llegó para sustituirlo el Dr. José Vázquez Sagastume, en el mes de mayo de 1864.

Una vez en Montevideo, Atanasio Cruz Aguirre, presidente del senado y sucesor de Berro en el ejercicio del Poder Ejecutivo desde el 1° de marzo de 1864, puso en manos de Lapido la cartera de Gobierno. Donde un hombre de carácter y amplias vistas políticas, dando la tónica a una situación claudicante habría ahorrado tal vez inmensos males al país, el nuevo secretario de Estado fracasó sin remedio. Sólo sirvió — dice en un informe el Comisionado Imperial, Consejero Saraiva — “para entorpecer la marcha de los sucesos”.

Y aunque este juicio de un enemigo debe tomarse con reservas, después de apreciar fríamente les cosas se piensa que no está lejos de la verdad. Su intransigencia lo llevó hasta dimitir el ministerio el 27 de agosto, antes de consentir en acto alguno del gobierno que significara concesiones al rebelde Flores.

Como el horizonte se nublaba cada día más, vista la alianza del jefe revolucionario con el gobierno del Brasil, Aguirre, después de intentar un avenimiento sin altura de miras y por lo tanto condenado al fracaso, se echó en brazos de los elementos más exaltados de su partido, llamando para sustituir a Lapido al Dr. Antonio de las Carreras, “el hombre de Quinteros”.

Pero ya no había remedio y el caudillo de la revolución entró vencedor en Montevideo el 21 de febrero de 1865, Lapido ausentóse para Buenos Aires y de allí emprendió viaje a Europa.

Al regreso contribuyó con su bien repleto bolsillo a la fundación del diario nacionalista “La Democracia” y tuvo situación espectable en las filas del partido.

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