propio mes dió de baja absoluta del ejército al teniente coronel Benito Larraya, con calidad de no volver a obtener empleo en los ejércitos de la República, debiendo salir del país y requerirse el previo consentimiento de sus autoridades para la vuelta.
Larraya embarcóse para Santa Catalina, en el Brasil, haciendo constar que su disidencia con el coronel Batlle no importaba deserción de las filas de su partido, pero no regresó hasta concluida la Guerra Grande.
En julio del 54 tuvo que entender como jurado en la causa seguida a Andrés Cabrera, siendo uno de los firmantes del veredicto que declaró la culpabilidad del canario homicida y de que éste había obrado por mandato del general Manuel Oribe.
Como amigo que era del genera! Flores, firmó entre los adherentes al Pacto de la Unión en noviembre del 55, y cuando en el interinato presidencial de M. B. Bustamante se convocó la Guardia Nacional de Montevideo en el mes de diciembre la Asamblea de Oficiales lo eligió para jefe por 17 votos. El Presidente electo merced al Pacto, Gabriel A. Pereira, defraudó pronto las esperanzas de los hombres del Partido Colorado, y Larraya estuvo en las filas de la oposición.
La guerra civil volvió a encenderse y en diciembre de 1857 Larraya fué uno de los primeros jefes que abandonando la capital marchó a incorporarse al ejército revolucionario del general César Díaz.
Enfermó casi en seguida, y estaba en cura en el hospital volante, cuando en el encuentro de Cagancha las carretas se vieron asaltadas por la caballería gubernista, que arremetió a punta de lanza, el 16 de enero de 1858.
Larraya, a la par de otros compañeros como los coroneles Brié, Bonifacio Vidal y el teniente coronel Juan Crisóstomo Vázquez, fueron ultimados después de ofrecer una desesperada resistencia. Larraya peleó e exhalar el último suspiro. “Toda su cuerpo —dice el coronel de la Sierra, testigo de vista — lo encontramos acribillado a puñaladas y lanzasos, y entre los dientes y las uñas tenía mechones de pelo de sus feroces enemigos que lo degollaron hasta la nuca”.
LARROBLA, JUAN FRANCISCO de
Sacerdote católico, que presidió la Asamblea de la Florida en 1825.
Era nativo de Montevideo, donde nació el 9 de enero de 1774, hijo de Francisco La Robla y María Rosa Pereyra.
Sus estudios religiosos los cursó en Buenos Aires, después de haber sido en la misma ciudad alumno distinguido del Colegio de San Carlos, ordenándose sacerdote en el año 1798.
De vuelta a su provincia natal, fué teniente cura en la Iglesia de Montevideo y más tarde desempeñó por largo tiempo funciones de
