Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/715

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capellán castrense en un cuerpo de caballería de milicias, en cuyo cargo le tocó actuar en los días de las invasiones inglesas.

Realista cuando la provincia se levantó por la patria con Artigas, fué adicto fiel de la causa española, encerrado en Montevideo durante los dos sitios que hubo de soportar la capital.

Cuando Vigodet vióse en el caso de rendirse a las armas de los independientes, marchó a San José a ejercer de teniente cura de la parroquia, de cuyo cargo la superioridad eclesiástica, otorgándole un buen ascenso, lo transfirió a Párroco de la Villa de Nuestra Señora de Guadalupe en 1819.

Bienvisto del vecindario por sus virtudes sacerdotales, aunque Larrobla no sobrepasaba el límite de una discreta mediocridad aun entre el clero de entonces, obtuvo los sufragios de sus feligreses para representarlos en la Asamblea de la Florida en la votación de julio del año 25 y cuando el cuerpo entró a constituirse sus colegas lo eligieron presidente por voto unánime, atento- sobre todo a su carácter de sacerdote. En esa calidad firmó las dos declaraciones sucesivas del 25 de Agosto, sin que haya dejado señal de distinción entre los asambleístas por circunstancia especial.

En las elecciones para formar la primera legislatura, resultó votado como primer suplente del Dr. Ellauri para un cargo de senador, y a la hora en que éste abandonó su asiento para ir a ocupar la cartera de Gobierno y Relaciones Exteriores que le ofrecía el presidente Fructuoso Rivera, el 11 de noviembre de 1830, Larrobla tuvo acceso al senado y completó su período constitucional hasta 1834.

Por especial dispensa superior conservaba, delegadas las funciones ad-interim, su cargo de Párroco de la Villa de Guadalupe (Canelones) y apenas concluido el término legislativo reíntegróse a su ministerio eclesiástico y a cuidar su salud muy comprometida desde años atrás por una enfermedad al pecho. La vida metodizada y serena de la Villa le permitió subsistir hasta el 5 de junio de 1842, fecha en que terminaron sus días.

La propaganda política de estos últimos tiempos, utilizando con fines proselitistas el nombre de Juan Francisco de Larrobla, tiende a aureolar su persona de un procerato cívico de que evidentemente careció, pues sería preciso asentarlo en el solo hecho de haber presidido la Asamblea de la Florida.

Concediéndole todas las virtudes sacerdotales que haya poseído, su papel en las luchas que originaron la patria, no acreditó su amor ni sus sacrificios por la causa. Adicto a Vigodet, cuando Vigodet expulsaba de Montevideo a los curas patriotas, su voz no se oyó en el consejo o en la secretaría de ninguno de nuestros prohombres y ni siquiera tuvo el empuje viril — quien sabe si del todo acorde con los há-

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