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gencias de los patriotas emigrados con los jefes que tenían algún mando en la Banda Oriental y se hallaban dispuestos a secundar una tentativa de revuelta, tanteando y tal vez apalabrando antes que nadie al coronel Fructuoso Rivera, jefe de uno de los mejores cuerpos de línea con que contaba el gobernador Lecor y poseedor de su plena confianza, se logró reunir al mismo tiempo y tras muchos esfuerzos, el dinero necesario para el equipo de la pequeña expedición que desembarcando en la costa oriental, debía provocar el levantamiento del país contra los odiados ocupantes.

Juan Antonio Lavalleja fué el elegido para jefe de la peligrosa empresa, recomendado por su temerario valor y su probada audacia.

La épica hazaña se realizó el 19 de abril de 1825, tomando tierra en la orilla del vio Uruguay, playa de la Agraciada, con unas pocas armas y al frente de un grupo de 32 compañeros, en su mayoría jefes y oficiales.

Comprendiendo Lavalleja que los factores sorpresa y rapidez eran decisivos, apenas montados sus hombres en los caballos que se les arrimó a la costa por diligencia de los hermanos Manuel y Laureano Ruiz, se emprendieron operaciones ofensivas, atacando y venciendo el 23 a Julián Laguna y Servando Gómez en el pueblo de San Salvador, logrando al día siguiente entrar en Santo Domingo de Soriano y seguir luego en busca del coronel Fructuoso Rivera, al cual se le encontró en el paraje llamado Monzón el día 29. Tras corta entrevista de los antiguos compañeros y amigos, Rivera quedó incorporado a las fuerzas patriotas con los soldados a sus órdenes.

La adhesión de Rivera, atento su gran prestigio y sus vinculaciones en la campaña, equivalió sin duda alguna a una primer batalla ganada.

Es punto controvertido de la historia si vera fué sorprendido y hecho prisionero por Lavalleja en Monzón, como lo dice éste en carta a su esposa fechada en San José el 2 de mayo, y en tales circunstancias Rivera optó por plegarse a las huestes invasoras, o si aquello vino a ser la consecuencia de un arreglo previamente combinado, como parece más natural, pues Rivera necesitaba cuando menos salvar las apariencias.

El brigadier Rivera, como jefe de Lecor, que el 13 de febrero había hecho pública una “Manifestación” reiterando su fidelidad a los compromisos contraídos con el Imperio Constitucional del Brasil para “desmentir a los anarquistas empeñados en extraviar la opinión de los pueblos”, necesitaba algún justificativo para su cambio de frente y ese justificativo vino a hallarse en la pretendida sorpresa y prisión que lo dejaba a merced del adversario.

Prosiguiendo las operaciones con idéntica actividad pero ya acrecentadas las fuerzas, las villas de San José y Canelones cayeron en poder de los patriotas, y el 14 de junio era establecido en Florida un Gobierno Provisorio bajo la presidencia de Manuel Calleros, que ascendiendo a Lavalleja a brigadier general lo con-

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