Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/737

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producirse el 19 de febrero del 68. A lo que parece, el jefe del plan lo sustituyó — a última hora casi — por el coronel Senén Freire en el destino de atacar el Cuartel de Dragones. Dióle, en cambio, el rol que se reservaba al coronel Basterrica, cometido impracticable desde el primer momento.

Emigrado en la Argentina después de la derrota y muerte de Berro, vino al país en armas cuando la revolución blanca de Aparicio en 1870 - 72, y el batallón que mandaba y llevaba su nombre fué un excelente cuerpo de línea que supo distinguirse en el Sauce, en el mismo plano que los infantes de Arrúe.

Hecha la paz en abril de 1872 tornó al extranjero, radicando en Buenos Aires.

Durante el gobierno de Santos fué elegido por un grupo de blancos militantes, entre los cuales los doctores Carlos Berro, Luís María Gil y Juan P. Salvañac, para ponerse al frente de una invasión armada a la República.

Hombre experimentado y sensato, no escapaba a Layera que su prolongada ausencia de la patria lo recomendaba poco para ser caudillo de una revolución partidista en campaña, puesto que ambicionaban otros jefes correligionarios suyos, deseosos de supremacía, y sólo a instigación de elementos civiles amigos consintió en ir a la invasión y a la eventual derrota.

Muchos compañeros con que se creía contar no se presentaron a su hora, y parece que hasta el dinero para adquirir armas no fué administrado del todo bien; pero asimismo se aprestó la expedición en el litoral argentino, y partiendo del puerto de Concordia cruzaron el río Uruguay. Al tomar tierra en el Hervidero a las 5 de la mañana del 4 de marzo de 1885, el audaz grupo invasor apenas llegaba a una cincuentena escasa.

No sorprendieron ciertamente los audaces expedicionarios a los soldados de Santos, los cuales casi puede irse que los acechaban.

El coronel José Villar, con el 1er. regimiento de caballería les dió alcance en la costa del Queguay, dispersándolos completamente y tomándoles unos cuantos prisioneros.

El Dr. Carlos Berro pudo fugar y penosamente traspuso la frontera del Brasil. El mayor Layera y el Dr. Luis María Gil no tuvieron tanta suerte y el día 11 fueron alcanzados y hechos prisioneros por el sub-delegado de Polanco del Río Negro, coronel Remigio Ayala.

El Presidente mandó al Durazno al jefe de su escolta, coronel Zenón de Tezanos, para que se hiciese cargo de los prisioneros, a los cuales condujo hasta Montevideo donde fueron alojados en el cuartel del 5° de Cazadores.

Allí concurrió Santos en seguida y personalmente dispuso la libertad del Dr. Gil y los demás compañeros, con la única excepción de La-

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