Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/740

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Recibió excelente educación que completó en Inglaterra, originando por esa causa, tal vez, las preferencias que demostraría durante su vida por los inventos y cuestiones industriales.

Jefe Político de Montevideo el 25 de setiembre de 1855, este nombramiento hecho por Manuel Basilio Bustamante en ejercicio del Poder Ejecutivo, respondió al interés de poner el cargo, en momentos de grave crisis política, en manos de un ciudadano que dentro de los partidos militante ofreciera amplias garantías de ecuanimidad, y Lecog permaneció al frente de la jefatura hasta el 28 de enero del 56, en que vino a sustituirlo Clemente César.

Pereira lo hizo Ministro de Hacienda el 26 de julio de 1856 y estuvo al frente de esta Secretaría de Estado muy corto periodo, pues el 14 de agosto renunció el cargo, erizado de dificultades, un verdadero potro en aquellos tremendos días, entrando a sustituirlo el coronel Lorenzo Batlle, cuyo programa “tratar que las cosas no empeoren”, era una síntesis de la actualidad vivida.

Diputado por Montevideo en 1858 - 61, volvió al parlamento como senador por el departamento de San José en 1879.

Realizó varios viajes a Europa, poseedor de una gran fortuna, y en su estancia del Rincón del Rey hizo importantes experimentaciones en materia de agricultura, aclimatación de especies extranjeras y sericultura en grande escala.

El más trascendental de sus esfuerzos progresistas en favor del país, lo constituye su intervención junto con Federico Nin Reyes, en el apoyo prestado a los planes del ingeniero francés Carlos Tellier, industrial a quien conoció en Francia, inventor y pioner del método de conservación de carnes por el frío, que tan grandes resultados reportaría más tarde.

Fruto de estas tentativas y tratos, fue el primer ensayo de transporte de carnes realizado en 1868 en el vapor inglés “ Ciudad de Río Janeiro”, conforme al nuevo y revolucionario sistema.

No obstante todo lo que significó como prueba práctica y experiencia lograda, fracasó virtualmente como ensayo definitivo por defectos de instalación en las máquinas, pero la carne llegada a Río de Janeiro se encontró en buen estado y pudo utilizarse pera alimento.

Tellier y Lecoq, sin embargo, se sintieron desalentados, y fué preciso esperar muchos años para que el método se convirtiera en la realidad espléndida que lo caracteriza en nuestros días.

La indiferencia pública y la desconfianza de los comerciantes influyeron capitalmente en el mal éxito de la empresa, que debió configurar un triunfo.

Falleció Francisco Lecoq en nuestra capital el 25 de enero de 1882.

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