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LECOT, EMILIO C.

Periodista que figuró entre los opositores al gobierno del general Máximo Santos, y tuvo su cuarto de hora de notoriedad por el condenable atropello de que se le hizo víctima, provocado, seguramente, por el tono agrio de su propaganda.

Nativo de Montevideo donde vió luz en 1846, tuvo buenos principios de colegio, y hecho hombre, con afiliación en el Partido Blanco, fué partícipe de la campaña revolucionaria encabezada por el coronel Timoteo Aparicio en 1870 - 72.

Después de la Paz de Abril abandonó la divisa tradicional enrolándose como constitucionalista, llegando a formar parte de la comisión directiva de ese nuevo partido.

Luego de larga labor de gacetillero y co-redactor en varios órganos de la la metropolitana de distinto matiz político, sacó a luz el 1° de diciembre de 1879, el diario opositor al que puso de título “La Tribuna Popular”.

Resuelto a personal al movimiento revolucionario preparado contra el régimen santista, movimiento que apoyaba entusiastamente en su diario, ausentóse para Buenos Aires en enero de 1886. En calidad de simple plaza en el ejército que invadió cruzando el Uruguay por Guaviyú, fué de los vencidos en la batalla del Quebracho el 31 de marzo.

De regreso en Montevideo a reanudar la lid periodística, los rigores de la campaña y los desengaños de la derrota habían agravado la lesión orgánica del corazón que le aquejaba hacía años. Pero, inmediatamente volvió a las tareas del oficio, deseoso de aprovechar la racha de buen viento que inflaba el velámen de la empresa, racha tan favorable que, según dice el Dr. Wonner, a la sucesión Lecot una considerable suma de pesos por la parte que le correspondía en aquella.

La campaña contra el santismo triunfante habíase hecho más violenta por esos meses y un día, al entrar Lecot a su casa en la calle Soriano, fué agredido a bastonazos por un desconocido en quien algunos creyeron ver un empleado de tranvías, pero era en verdad un esbirro. Los diarios opositores, tomando por cuenta suya tan vituperable exceso, magnificaron las cosas rodeando al colega de una aureola de martirio. La autoridad policial, por su parte, hábil en unir el escarnio a la violencia, atribuía el ataque a venganza de un carpintero catalán — acreedor enconado — contra su deudor. Nunca se individualizó al atacante, pero de esa torpe agresión provino la fama y el nombre de “los carpinteros catalanes” extendido a los apaleadores anónimos que las propias autoridades utilizaban.

Habiendo ocurrido el fallecimiento de Lecot el 10 de setiembre del 87, se pretendió relacionar su deceso

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