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vino a la ciudad de Salto en 1873, formando parte del personal docente de un colegio de instrucción primaria y secundaria establecido por el presbítero español Emilio Pérez. En el mes de enero del año siguiente, en sociedad con su colega Gervasio Osimani, tomó a su cargo la escuela cuyo fundador, desprovisto de las condiciones necesarias para regentearla, veíase en la necesidad de abandonar.

Desde ese instante hasta el 22 de noviembre de 1908, en que el Instituto Politécnico pasó a ser propiedad del Estado, Llerena fué uno de los directores de la casa. Después de siete lustros de trabajo permanente y de preocupaciones constantes, en las puertas de la vejez, Llerena y Osimani ofrecieron al Estado, contra una pensión vitalicia, el edificio propio del colegio hecho levantar expresamente en 1888, con su equipo de gabinetes, museo, biblioteca y mobiliario importado de los Estados Unidos.

El Poder Ejecutivo, por su parte, encaró la propuesta con vistas de negocio y la venta se llevó a cabo concediendo a los directores sendas pensiones mensuales de ciento cincuenta pesos. Una miseria como jubilación si bien se mira, indigna todavía como recompensa de unas vidas consagradas al servicio del país.

Gran institución nacional, como fué llamado, el Instituto Politécnico transformóse en colegio oficial de enseñanza secundaria y preparatoria, para más tarde convertirse en el Liceo Departamental del Salto. Repetidas generaciones de universitarios egresados del Politécnico, mantuvieron siempre en alto la reputación del Instituto, contribuyendo a que la ciudad del Salto fuese vivo exponente de cultura nacional.

Llerena, que en todos sus años de docencia no se había alejado nunca del Instituto, convino en realizar un viaje a la patria, tal vez con el secreto ánimo de cerrar los ojos en el rincón nativo; pero no alcanzó a realizar tales deseos, pues su Málaga, con la que venía soñando desde lejanos días, no existía más; de su tiempo nada tampoco; se sintió solo y desvinculado como un aerolito en el propio solar y entonces retornó al rincón salteño, donde lo ligaban tantos afectos, donde todos lo querían y donde lo sorprendió la muerte el 16 de octubre de 1918.


LLUPES, JOSÉ de la Trinidad

Militar de la independencia, soldado de Artigas en las primeras campañas de la patria, que alcanzó a ser coronel de la República.

Hijo de padre y madre porteños, había nacido en Guadalupe, Canelones, el 29 de mayo de 1782, pero por línea paterna descendía de catalán.

En 1803 ya se le halla sirviendo en el batallón de Voluntarios de Montevideo, fué herido peleando contra los ingleses el año 1807, se le promovió a alférez en 1808 y a teniente

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