Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/808

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caró vino a la patria y el 28 de noviembre de 1878, en el gobierno de Latorre, se le nombró Director de la Biblioteca y Museo Nacionales en sustitución de J. A. Tavolara, a quien la dictadura puso en el caso de dimitir, El nombramiento, acertadísimo, parecía que iba a ser inútil, pues al año siguiente, cuando el gobierno dispuso que el escaso y abandonado material de la casa pasara a depender de la Comisión Departamental de Instrucción Pública, el Dr. Mascaró, dándose cuenta de que una orden semejante equivalía al estancamiento definitivo del Instituto, declinó la dirección a los cuatro meses de estar en ella, el 3 de abril de 1879. Prefería — dijo — irse de allí antes de cobrar en vano su estipendio, en una estéril canongía oficinesca.

Para suerte del país, Mascaró, con el apoyo del coronel Máximo Santos — su hermano político — influencia decisiva en el gobierno del Dr. F. A. Vidal que subsiguió al de Latorre, pudo obtener la derogación del decreto de 1879 por otro de 26 de julio de 1880, que reconcentraba en un solo organismo bajo la dependencia del Ministerio de Gobierno, la Biblioteca, el Museo y el Archivo General Administrativo. Por el mismo decreto se le nombraba Bibliotecario y Archivero Nacional, resolviéndose, igualmente, el traslado de las oficinas al piso alto de la Casa de Correos.

Pocas veces la intervención decisiva de Santos fué más beneficiosa para el país que la que pudo tener en este decreto, Gracias a ella, el director volvió a la casa con una especie de carta blanca que le facultaba para modificar las cosas de raíz, empezando por un cambio completo de personal, que creyó indispensable “para estirpar abusos, para restablecer la disciplina, para convertir la Biblioteca en un santuario, dando en tierra con prácticas y rutinas funestas arraigadas de tiempo inmemorial” —. conforme a sus propias palabras.

Instalada en su nuevo local de la calle Sarandí, la Biblioteca se reabrió al servicio público, y el Dr. Mascaró iba a permanecer al frente de la casa por 24 años, dedicándole todos sus afanes. Electo diputado en la 15ª Legislatura, los tres años de su mandato (1835-88), continuó en el desempeño de sus funciones con el título de Director Honorífico.

Realizó en ese cuarto de siglo obra sustantiva, orientada con preferencia, en cuanto a sus altas directivas, hacia los estudios americanos y americanistas, a despecho de tantas indiferencias y malas voluntades que fué menester llevarse por delante o esquivar.

Enamorado de los libros, de gran sagacidad en la elección, despierto para las compras, no desdeñó asimismo la labor personal, que permitíale hacer descubrimientos increíbles entre la masa informe y revuelta que hasta entonces formaba el material de libros y documentos del doble organismo.

Inventarió, catalogó y reglamentó; estableció los servicios nocturnos en 1882, redactó los primeros anales de

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