Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/821

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neral Medina, al asumir su cobarde actitud, quedó deshonrado y estigmatizado para toda la vida.

Los honores de que lo hizo objeto el gobierno, recibiéndolo en triunfo, la dádiva de veinte mil pesos del Tesoro Nacional que le votaron las Cámaras el 14 de julio, “en recompensa de sus señalados servicios prestados a la República” y el lugar de preferencia que se le dió por la situación en todas partes, no lograron disminuir lo tremendo de aquella quiebra moral.

Hombre de pocas palabras y reconcentrado siempre, después de este brutal episodio el general Medina tornóse todavía más silencioso y más oscuro.

En el gobierno blanco de Bernardo P. Berro, aunque su posición militar tuvo un notorio detrimento en los primeros años de paz, el presidente recurrió al general Medina — como uno de los mejores jefes de que podía disponer— cuando fué necesario combatir a los revolucionarios colorados que encabezaba el general Venancio Flores.

Por decreto de 20 de abril de 1863, al crearse un Ejército de operaciones al Sud del Río Negro, que se compondría de las Guardias Nacionales de Soriano, San José, Florida y Durazno, se nombró para mandarlo al brigadier general Anacleto Medina. El 1° de julio “reclamando el mal estado de salud” un paréntesis a sus tareas militares, entró a sustituirlo el coronel Lúcas Moreno. La enfermedad no debía ser de mucho cuidado, si se considera que cuatro días después el acuerdo quedaba sin efecto, volviendo Medina a su puesto anterior. En verdad — en lugar de la dolencia que no había existido en ningún momento — la explicación habría que buscarla en la denuncia o la intriga que llevó la desconfianza al espíritu suspicaz de Berro.

Nunca el presidente creyó a pleno en la fidelidad de Medina, y del lado revolucionario explotábase hábilmente ese recelo.

La presencia del viejo general notóse prestamente entre el enemigo por su movilidad y lo vigoroso de las persecuciones. Medina pensaba agilizar sus fuerzas para batir a Flores con sus mismas tácticas, pero fué alejado del mando antes de poderlo conseguir.

La noticia de que Medina ya no era jefe del ejército se festejó por los revolucionarios igual que un triunfo.

En 1865, en los últimos días del gobierno de Aguirre, perdida sin remedio la guerra, fué hecho miembro del Consejo Militar de Defensa el 17 de enero, y después jefe del 5° Cuerpo de Ejército de la capital, encargado de cubrir una parte de las líneas de la plaza.

A la hora del triunfo de Flores abandonó Montevideo, viviendo en la República Argentina hasta 1870, y en ese término de expatriación dictó a su secretario, un antiguo maestro de La Unión, Gerónimo Machado, unos apuntes de su vida militar que corren impresos bajo el título de

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