Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/825

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Cuando por la prensa se le enrostró el orígen de su investidura y en la cámara se alzaron voces de antiguos santistas para recordarle que estaba allí por el voto de los mismos sectores a quienes combatía ahora, no rehuyó la cuestión el Dr. Melíán, y supo hallar, si no una justificación difícil, una contestación efectista, aunque insuficiente: “Haciendo acto de abnegación y de sacrificio al estar en la cámara, respondería a las criticas con la conducta que observara en el recinto y entonces, al terminar la legislatura, el pueblo que no lo había elegido podría decir: no lo elegí, pero mereció que lo eligiera”.

El mismo talento que le permitió esta hermosa defensa, permitióle asimismo darse cuenta de que pisaba un terreno poco firme, y pasado algún tiempo hizo dimisión de su cargo, en agosto de 1892.

En el llano, separado del Partido Constitucional, según expresa declaración de 1893, propugnó sin resulta- dos la estructuración de un nuevo partido que debía llamarse liberal, mientras añadía a sus tareas de abogado la de escribir sobre materia histórica, hacia la cual sentíase atraído. Inclinaciones antiguas, aficionado a los libros, a los viejos periódicos y a los folletos difíciles y raros, le permitieron formar una hermosa biblioteca. No descuido al margen de la historia los temas de literatura, según lo comprueba su interesante opúsculo sobre las mujeres de Shakespeare, Reanudó asimismo le propaganda anti-clerical, que le había ganado el título de jefe conspicuo del liberalismo militante de la República, cuando su voz tronaba en la sale del Club Francisco Bilbao, contra el clero y los dogmas de la iglesia católica.

Opositor enardecido del gobierno de Idiarte Borda, se hizo cargo de la defensa del alucinado mozo que había muerto de un tiro a aquel mandatario. Merced a una deficiencia sumarial, el jurado popular, que por otra y no podía sustraerse a las sugestiones del ambiente, pronunció un veredicto que permitió al acusado salir en última instancia sin más condena que cinco años de penitenciaría y un mes de reclusión celular, conforme a sentencia del tribunal pronunciada en agosto de 1899.

Melián Lafinur indignado, pues a su entender se imponía una sentencia absolutoria, declaró que se abstendría de intervenir en ningún asunto que se ventilara ante los jueces Drs. Carlos Fein y Cristóbal Salvañac.

En el periodo en que Juan L. Cuestas rigió el país, primero como dictador y luego como presidente, la oposición política del Dr. Melián continuó igual y tan firme como frente a Borda.

Electo en 1903 para dirigir los destinos nacionales José Batlle y Ordóñez, su compañero de batallón en la cruzada cívica de 1886, dos revo-

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