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de agosto del 63, — siempre en la Guardia Nacional — el Presidente de la República, por decreto de 31 de marzo de 1864, ordenó se le extendieran despachos de coronel graduado “por el triunfo conseguido en el Cerro Largo sobre las hordas invasoras” el día 12 del mismo mes, ofreciéndosele además “en conmemoración de tan brillante suceso”, una espada de honor.

Con fecha 19 de junio, imposibilitado el comandante Pío Coronel, a causa de una herida, para seguir 21 frente de la División Cerro Largo, Ángel Muniz pasó a sustituirlo. El 15 de febrero de 1865, Aguirre lo hizo coronel de caballería de línea.

Una vez que el general Flores, auxiliado al fin de la lucha por una alianza con el Brasil, estuvo en posesión del gobierno de la República el 20 de febrero de 1865, el coronel Ángel Muniz, que lo había combatido hasta la última hora, aceptó con entera buena fe los hechos consumados y cuando fué necesario poner su valiente concurso a servicio de la Nación, con motivo de la guerra contra el Paraguay, se incorporó al ejército con la División de Cerro Largo, de la cual era jefe nato, olvidado de toda rencilla u odio partidista.

Partícipe en la victoria de Yatay el 17 de agosto de 1865, y en la rendición de Uruguayana el 13 de setiembre, jefe del Escuadrón Escolta por cierto tiempo, el general Flores entendió que Muniz debía regresar con sus hombres a los pagos de Cerro Largo. En tal sentido se expidieron las órdenes del caso, oficiándose el 27 de setiembre al jefe militar del Salto, comandante Rodríguez Santana, que le proporcionara las caballadas necesarias hasta entrar en Tacuarembó.

El 15 de diciembre del 65, a mérito de esta campaña, fué dado de alta en el ejército de línea de la República como coronel de caballería, confirmando la dictadura el acuerdo del gobierno de Aguirre, sin perfeccionar hasta entonces por falta de venia legislativa.

Al asesinato del general Flores y los posteriores sucesos anárquicos se mantuvo leal al gobierno, movilizando sus hombres, de acuerdo con las órdenes de la superioridad, durante las sublevaciones de Máximo Pérez y de Francisco Caraballo en 1868-89.

En la revolución blanca de 1870-72 las cosas sucedieron de distinto modo y como, por otro lado, era lógico que sucedieran. Tratábase ahora de una revolución partidaria en toda regla, y el coronel Muniz estuvo con los suyos desde el primer momento, aceptando en beneficio común ponerse a las órdenes de Timoteo Aparicio, jefe muy inferior a él en todo sentido.

Tuvo un sobresaliente rol en la reñida gran batalla del Sauce, el 25 de diciembre del 70, comandando, en el ala izquierda, las divisiones reunidas de caballería de Cerro Largo, Minas y Maldonado; y en la de Manantiales, donde el ejército revolucionario volvió a sufrir una grave derrota el 17 de julio del 71, las fuerzas de Muniz fueron las únicas

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