Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/867

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Afable en el trato, refería con palabra animada recuerdos y anécdotas de su movida existencia, y su falta de instrucción fundamental — no había aprendido a escribir — no se traslucía en nada.

Aquella especie de oso intratable y hosco, huyendo del contacto de la gente, es lo una invención propalada por escritores de su propio partido, desprovistos de serenidad para abordar la historia.


MUÑOZ, AGUSTÍN

Militar con servicios que remontan a los días de la epopeya artiguista y cuya larga vida — prolongada un siglo — le permitió ser testigo del nacimiento, desarrollo progresivo y organización final de la República.

Nacido en Melo el 15 de marzo de 1797, empezó su carrera de armes en 1817 como sargento de Dragones al mando de Otorgués. Al iniciarse la campaña libertadora de 1825, tomó de nuevo un puesto en las filas de la patria, enrolado como teniente 2° del Escuadrón de Dragones Libertadores de Ignacio Oribe, en julio de 1825, tocándole hallarse en las gloriosas victorias de Sarandí e Ituzaingó.

Promovido a teniente 1° el 28 de enero de 1828, capitán de Guardias Nacionales de Cerro Largo en el año 32 y sargento mayor graduado en octubre del mismo año, fué reformado en esta clase y dejó de pertenecer al ejército, de acuerdo al decreto de 30 de julio de 1835.

Al estallido de la revolución riverista en julio del año siguiente, y teniendo el gobierno de Oribe necesidad de oficiales, Muñoz volvió al servicio, reincorporado como sargento mayor de línea el 31 de agosto de 1836. Tuvo a su cargo la Guardia Nacional de Caballería de Cerro Largo, y después de la victoria gubernista de Carpintería llegó a teniente coronel, el 19 de octubre.

Con ese grado tuvo bajo su mando un escuadrón de caballería en la batalla de Palmar librada el 15 de junio de 1838, con desastrosos resultados para las fuerzas legales. Producida la invasión de 1839, Muñoz se incorporó, como todos los antiguos jefes oribistas, al ejército argentino de Pascual Echagüe.

Derrotado el invasor en la brillante jornada de Cagancha, el 29 de diciembre de 1839, Agustín Muñoz figuraba entre los prisioneros.

Hallándose en Montevideo en tal calidad, a mediados de 1840 solicitó del gobierno que se le indultase bajo promesa “de no volver a pelear más contra su país”, y le fué concedido el indulto.

No obstante la promesa, sirvió durante toda la Guerra Grande en las filas de Oribe, al amparo de los distingos leguleyos utilizados en casos semejantes. Hecha la paz de 8 de octubre del 51, fué incorporado al ejército como teniente coronel y nombrado Jefe Político de Cerro Largo en enero de 1853.

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