Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/870

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hizo dueño de una estancia que personalmente atendía.

En el alzamiento del Partido Blanco a favor de la restauración del presidente Giró en la primera magistratura, a fines de 1853 y principios del 54, su rol fué secundario, sin que su nombre figure, por eso mismo, en la lista de los jefes, conmilitones suyos — algunos de inferior graduación — excluídos del indulto conforme al decreto de 10 de enero de 1854.

En el interinato de gobierno de Manuel Basilio Bustamante se le dió la jefatura política de Durazno el 1° de octubre de 1855, pero después de electo presidente Gabriel Antonio Pereira, fué sustituido interinamente por Juan Blas Coronel, el 13 de marzo de 1857, hasta que Muñoz lo reasumió para cesar únicamente el 2 de setiembre.

Cuando la paz pública vióse alterada por el movimiento revolucionario del general César Díaz, Pereira se apresuró a confiarle la Comandancia y Jefatura del importante departamento central, por decreto de 8 de enero de 1858. Al frente de la División Durazno contribuyó al vencimiento del general Díaz, que capituló en el Paso de Quinteros. La participación de Basilio Muñoz en los terribles acontecimientos subsiguientes fué no sólo limitada sino también digna de encomio, por cuanto — dados los vínculos de amistad que lo ligaban a ciertos jefes revolucionarios — actuó como elemento moderador en aquellos culpables excesos.

En los ascensos subsiguientes se le promovió a coronel graduado, y movilizada la Guardia Nacional para su enrolamiento legal, el 16 de setiembre de 1858 se le nombró comandante del 1.er Regimiento.

Jefe de la Guardia Nacional de Durazno el 24 de abril de 1860 — lugar de su residencia habitual — a la hora de la invasión del caudillo colorado general Venancio Flores, el 19 de abril de 1863, el presidente Berro lo llamó al servicio otorgándole la efectividad de coronel el 6 de agosto de 1263, con antigüedad de 30 de setiembre de 1856.

En el curso de la guerra civil, prolongada dos años, formó parte de los ejércitos gubernistas que bajo distintos mandos, obedientes a los generales Anacleto Medina, Servando Gómez y Lucas Moreno, procuraron sin éxito el vencimiento de Flores, y mereció ser ascendido a coronel mayor el 13 de enero de 1865.

En el último período de la contienda, en compañía del coronel Timoteo Aparicio, participó en una operación llevada al territorio del Brasil, que se había aliado a los revolucionarios, interviniendo en la lucha armada.

El plan de fondo, conforme al criterio que guiaba a los hombres de Montevideo, era una expedición militar con cierto carácter punitivo y tendiente a sembrar el pánico entre las poblaciones brasileñas de la frontera, provocando a la vez el levantamiento — que se descontaba — de los esclavos. Para el caso, Basilio Muñoz, muy bueno como jefe mili-

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