Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/878

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mento de soldado, que luego no más se le confió el mando de un batallón de infantería. A la cabeza de 80 de sus hombres, sin más auxilio que el de una guerrilla del 5°, el 13 de enero del 44 llevó a cabo un intrépido asalto al puesto avanzado oribista de Vilardebó, y si la operación no tuvo éxito completo, sólo se debió a la falta de apoyo oportuno. Ascendido a coronel el 16 de agosto del 46, Capitán de Puertos el 12 de enero del 48, renunció este cargo el 12 del mes siguiente. El 26 de junio del mismo año entró a comandar el regimiento de Guardias Nacionales, que recién venía de crearse, teniendo como 2° al teniente coronel Isidro Caballero, Su cuartel estaba en la línea exterior — cantón de Ramírez — uno de los puestos donde se combatía sin tregua.

Ministro de Hacienda e interino de Guerra el 22 de diciembre del 46, corta fué su permanencia en el gabinete, que abandonó el 11 de julio siguiente.

Después de la Paz de Octubre, al reorganizarse los poderes constitucionales, electo representante por Montevideo, y cuando la revolución de 1853, que trajo como consecuencia la caída del gobierno de Giró y el subsiguiente establecimiento de un triunvirato de gobierno, se le confirió por decreto de 26 de setiembre la jefatura de la Guardia Nacional de infantería de la capital y su departamento. Precisamente cuando los días de prueba estaban próximos, Muñoz concluyó su carrera judicial, graduándose de doctor en jurisprudencia en junio de 1855, aunque recién el 22 de diciembre de 1871 inscribió su título en la matricula del Superior Tribunal.

Opositor al coronel Flores, hecho general y elegido Presidente de la República, líder de la oposición en la Cámara, redactor en jefe del diario “La Libertad”, que daba la nota de violencia, cuando el ejecutivo dictó el decreto de 10 de agosto restrictivo de la propaganda de la prensa, se ordenó la prisión de Muñoz, porque éste negábase a acatar la intimación de la policía, alegando las inmunidades de legislador que lo protegían constitucionalmente. La noticia causó alboroto en Montevideo y el diputado, en un espectáculo que la capital no había visto hasta entonces, esperó a pie firme, en la puerta de su casa, a que el Presidente de la República viniera a prenderlo conforme era su propósito. Llegó Flores, efectivamente, acompañado de un cuerpo de línea, pero meditando tal vez sobre lo grave de la incidencia, se adelantó con una pequeña escolta, nada más, y parlamentando con Muñoz el conflicto concluyó allí mismo, Sin embargo, esto era solamente el prólogo de lo que vendría después casi en seguida, es decir, de la revolución del 28 de agosto, en que el grupo de los colorados conservadores que respondían a Muñoz se adueñó de la capital, obligando al Presidente a refugiarse en la cercana Villa de la Unión para buscar elementos de re-

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