Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/880

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bandera política que había defeccionado”,

Al cabo de largos años de expatriación, recién volvió a Montevideo a instancias del Vizconde de Mauá, que lo hizo gerente-administrador de la Compañía del Gas en 1870, El gobierno del general Batlle le ofreció un cargo en la Junta de Crédito Público, pero fué renunciado inmediatamente.

Senador por Durazno después de la paz de abril del 72, en la elección presidencial del 1° de marzo del año siguiente, las simpatías de los elementos principistas de una y otra parcialidad histórica polarizaron alrededor de la candidatura de Muñoz, y los votos reunidos de ambos sectores en la Asamblea General lo acercaron tanto al triunfo que, con solo un sufragio más, el quórum legal estaba alcanzado. Planteada la competencia entre las candidaturas de Gomensoro y de Muñoz, el diputado Tezanos consintió en dar su voto a este último — el voto decisivo — siempre que pudiera disponer de una suma de dinero que necesitaba para desligarse de anteriores compromisos contraídos con los caudillos políticos de Durazno, que lo habían traído a la Cámara; esa suma, elevada a 40.000 pesos, fué obtenida inmediatamente por intermedio de otro diputado, el Dr. José Pedro Ramírez, hijo político del Dr. Muñoz, Un cambio de frente de los sectores netos, que a último momento hicieron conversión hacia la candidatura del Dr. José E. Ellauri, frustró una elección que se consideraba segura. Tezanos sufragó por Ellauri, alegando que el compromiso era entre las candidaturas de Muñoz y Gomensoro, pero, sin embargo, el dinero del escandaloso pacto no fué devuelto. Este episodio, conocido en las cámaras cuando la lucha entre principistas y netos se había agudizado a extremos increíbles, precipitó la marcha de los sucesos que vinieron a desembocar en el motín del 15 de enero de 1875.

Derrocados los poderes constitucionales, Muñoz partió para Buenos Aires, reconocido como jefe de la oposición principista y allí presidió el comité revolucionario destinado a reivindicar la forma constitucional, levantando en armas el país. El dinero abundante del gobierno para comprar defecciones y armas nuevas para los soldados de línea, vencieron a fines del año 75 la protesta de la ciudadanía que había ceñido la divisa tricolor de los cruzados de la Agraciada y el país quedo sin esperanza de salvarse por su esfuerzo.

El regreso a la República del emigrado político, bajo el gobierno dictatorial del coronel Latorre, subsiguiente al de Pedro Varela, fué triste. El Partido Colorado no existía en el concepto que el Dr. Muñoz debía imaginarlo, y pudo razonablemente pensar en que todos los hombres de principios necesitaban congregarse bajo banderas nuevas. Adhirió entonces al Partido Constitucional cuando éste quedó constituido en 1880, pero sólo consiguió añadir una desilusión más a las muchas que

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