Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/904

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Lamas ha exhibido su jerarquía oficial, pero los partidarios de Núñez no sólo se la discutieron sino que también reclamaron para éste los honores del triunfo con exaltada vehemencia, que se prolongó a través de los años.

Prosiguiendo en la ruta, ambos ejércitos hicieron junción en tierra de Cerro Largo el 30 de marzo.

La presencia de Saravia, caudillo de corte criollo, formado en la misma escuela de Núñez — aquél en Río Grande y éste en Corrientes — ambos igualmente celosos de su grado y de su mando, ambos desconfiados y ambos con grandes vistas de futuro, complicó el problema interno de la revolución. Un frio recibimiento por parte de Saravia, que cultivaba cuidadosamente su categoría de general federalista ríograndense, molestó a Núñez desde el primer día, tomado un desprecio o una ofensa, pues Núñez a su vez presumía de coronel y se jactaba de sus hazañas y triunfos en Corrientes. En seguida nomás Saravia halló el modo de agravíar al coronel, negándose en Tupambaé a revistar sus infantes, según parecía convenido,

Sea como sea y dada la escasa habilitación de Diego Lamas para terciar de mediador en conflictos como éste, el resultado positivo fué que Núñez se separó del ejército revolucionario en los primeros días de abril, en horas en que el Dr. Duvimioso Terra, su consejero, — que acompañaba al ejército con título de Delegado del Excelentísimo Comité de Guerra — adoptando una actitud idéntica, se había ausentado ya para el Brasil.

Una última solución propiciada con ardor por el Delegado Terra, consistente en dividir el ejército revolucionario en dos cuerpos, dándole a Núñez la jefatura de las tropas del Norte, no tuvo éxito.

Una vez en la Villa de Artigas de Cerro Largo, línea de frontera brasileña, Núñez, al cual seguía un grupo de jefes que le eran personalmente adictos, algunos de los cuales lo acompañaban desde la Argentina, presidió una reunión en la que, luego de oídas las razones del coronel y expuestas sus vistas de presente y de futuro, suscribieron la llamada acta de 17 de abril, según la cual abandonaban la lucha convencidos de que la revolución, dislocada y sin plan de campaña, carente de municiones y caballadas, hallábase condenada al desastre más completo a pesar de la espléndida victoria de Tres Arboles. Los cargos eran directos para Saravia y alcanzaban a Lamas,

El acta de Artigas permaneció secreta hasta el 29 del mes, en que fué dada a publicidad, presidida de un encabezamiento escrito en términos muy duros, pero que no llevaba sino la firma de Núñez. En el agregado los reproches se extienden ya a Duvimioso Terra, al cual atribuye deslealtad y acusa a Aparicio Saravia de carecer de prestigio militar en el ejército, ser poco simpático

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