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Opositor a Cuestas en 1898, la reacción militar del 4 de julio lo tuvo entre los generales revolucionarios, por cuyo motivo el dictador lo extrañó del país al cual sólo quiso volver cuando se restituyeron las normas constitucionales.

Falleció en Montevideo el 9 de julio de 1907.


ARRIETA, JOSÉ Casímiro

Diplomático, con cincuenta años de servicios consecutivos rendidos al país y prestados siempre en la República de Chile, donde llegó siendo niño.

Nacido en San José de Mayo el 4 de marzo de 1833, cuando aún no tenía 12 años, sus padres, espantados de la suerte que podía correr en Montevideo sitiado a la fecha por las tropas de Oribe, decidieron alejarlo del país y fué enviado a Santiago de Chile.

Sin más ayuda que unas cartas de recomendación, Arrieta, que llevaba el triunfo dentro de sí, a mérito de las superiores condiciones que lo distinguieron, alcanzó por propia virtud la más envidiable situación social y financiera en una tierra que alguna vez no fué muy propicia a los extranjeros.

Después de hacer aprendizaje de números en la Contaduría Mayor del Estado, se bachilleró en leyes y ciencias políticas en 1855, mientras prosperaba en actividades comerciales y como organizador de importantes sociedades de seguros, bancarias, mineras, etc., que le reportaron una gran fortuna, haciendo de él todo un personaje en el mundo de negocios.

En 1859, con fecha 3 de marzo, el gobierno de Gabriel Pereira nombró a Arrieta Cónsul General del Uruguay y el 30 de junio de 1871 fué promovido por el presidente Batlle a la categoría de Encargado de Negocios.

El 24 de marzo del 74, en la administración de Ellauri, se le hizo Ministro residente y el 1° de junio de 1883 el general Santos le dió categoría superior de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario.

Con tan larga actuación en la carrera, Arrieta mantuvo el decanato del cuerpo diplomático en Chile desde 1892 hasta 1903, en que siguiendo la costumbre establecida cedió la preeminencia al representante del Vaticano.

Riquísimo y un verdadero gran señor, nuestro Ministro mantuvo la Legación nacional en Santiago en superior rango, aunque jamás quiso aceptar ninguna remuneración del Estado, desempeñando todos sus cargos honorariamente. Sus relaciones en Chile y su gran tacto diplomático le permitieron rendir verdaderos servicios a la patria, dándole intervención en momentos difíciles cuando hizo mediar al Uruguay en los peligrosos conflictos surgidos entre Chile y la República Argentina, etc. Asimismo, y en carácter

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