Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/929

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deo hasta que su hermano se puso a servicio del tirano Rosas, y recién entonces se le significó la conveniencia de que abandonara el país. Solicitó “pasaporte para irse a presentar al gobernador de Buenos Aires”, hacia donde se dirigió inmediatamente, por cuya razón el gobierno lo declaró desertor dándolo de baja y borrándolo de los cuadros del ejército el 31 de enero de 1841.

Sirviendo con su hermano en las huestes extrañas que aquél mandaba, hallóse el 6 de diciembre 1842 en la batalla de Arroyo Grande, donde la imprevisión del general Rivera permitió que las armas nacionales sufrieran el descalabro fatal que abrió el país a la invasión.

En el largo y terrible período de la Guerra Grande, Ignacio Oribe mostróse como uno de los jefes superiores más circunspectos, en una época en que era fácil perder la línea de una conducta atinada, y es fama que desaprobó o negó su asentimiento a muchos errores de su hermano el “Presidente”. Por eso tal vez no tuvo rol militar muy destacado, circunscripto, puede decirse, a las operaciones en los departamentos de Colonia y Soriano en los años 46 y 47.

Cuando el general Justo J. de Urquiza, en armas contra el tirano de Buenos Aires, pasó con su ejército a la República para destruir previamente el poder de Oribe, éste confió al general, su hermano, la tarea de concentrar al Norte del Río Negro todas las divisiones que pudiera, pero la tarea fué inútil, porque unos jefes defeccionaron francamente, y otros no pudieron o no quisieron llegar a tiempo a los sitios señalados para las reuniones.

v obligado por estos motivos a vadear el Rio Negro en las peores condiciones, perdiendo la mayoría de su bagaje y dos piezas de cañón de las seis que poseía. También se estropeó grandemente su caballada, y la que conservó mejor le fué arrebatada casi toda por su viejo compañero de la victoria del Yí el general Servando Gómez, uno de los primeros jefes oribistas que había hecho causa común con Urquiza.

Encargado de buscar un acuerdo con el gobernador de Entre Ríos que avanzaba victorioso, su intento, lo mismo que otros, fué en vano. El ejército oribista se disolvió sin pelear y el 8 de octubre de 1831 se firmaba la paz.

En julio de 1853, Ignacio Oribe, presentándose al Jefe Político de Canelones, Zacarías Fonticelly, se puso a sus órdenes para defender la autoridad de Juan Francisco Giró y tomó el mando de las milicias locales. Pocos días más tarde — y ante la circular del Ministro coronel Flores — esas fuerzas se desarmaron y licenciaron, y el general se puso a servicio del nuevo gabinete.

En noviembre de 18553 — siguiendo los rumbos políticos del hermano — adhirió al Pacto de la Unión, y en el gobierno de Pereira, nacido de aquel infeliz arreglo, no tuvo ningún rol activo.

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