Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/937

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En marzo de 1865, Orrego y los hermanos Juan Pedro y Justiniano Salvañach lograron incorporarse en Pindapoi — Corrientes — a la colunna paraguaya que mandaba el mayor Antonio de la Cruz Estigarribia. Tenía a esas horas el mayor Lacú — nombre con que lo conocían sus compatriotas — no sólo noticia del viaje de los emigrados blancos, sino minuciosas instrucciones del receloso Supremo acerca del modo de proceder. De esta manera y ciñéndose a esas normas, destinó al coronel Orrego a la división avanzada del mayor Pedro Duarte, en Santo Tomé. Recomendaba Estigarribi a Duarte “que ocupara y utilizara sus servicios (de Orrego), en los casos convenientes observando con mucha cautela su comportamiento”, y así se lo hizo saber a López en oficio de 24 de mayo de 1863, copiado en el archivo Fernández Saldaña.

El propósito del emigrado coronel era formar una legión uruguaya, que lucharía a sus órdenes al lado de los soldados del tirano paraguayo, pero fracasó en forma tal, que Estigarribia debía escribir al Supremo un tiempo después: “El coronel uruguayo Orrego ha reunido 4 mozos, dos orientales y dos brasileños que halló en unas estancias entre los Cuayses. Los 4 muchachos se han comprometido a servirle fielmente en la carrera militar en pro de nuestra causa y los tiene consigo para formar el núcleo del batallón o regimiento de los que vaya agarrando o lleguen a nuestro ejército”. (Copia en el mismo archivo), Derrotadas: las fuerzas de Duarte en Yatay, el 17 de agosto del año 1865, Orrego, cuya presencia en el ejército paraguayo se conoció en seguida por los aliados, libróse de caer prisionero. “El coronel Orrego estaba de este lado hasta los últimos momentos del combate; no se sabe si murió en el bañado o si salvó a nado”, consigna el Diario de Palleja. Sea como sea, escapó con vida y no tardó en aparecer en Asunción, para aumentar el núcleo de blancos, verdaderos “sebastianista” residentes en la capitel paraguaya.

Enfermo de disentería, el doctor Antonio de las Carreras lo atendió con remedios homeopáticos, que administraba de afición, pero de nada valieron sus cuidados, pues Orrego Falleció el 18 de julio del 66 en una casa de la antigua calle del Atajo, donde vivía su compatriota y médico.

“El Semanario”, diario oficial, no dijo una palabra de la muerte del aliado que soñó mandar una legión uruguaya para vencer, codo a codo, con los soldados del Mariscal y volver victorioso a Montevideo. Sólo días después apareció en sus columnas el aviso de orden, en que el Juez de Paz hacía saber el fallecimiento de “un extranjero oriental que no había dejado bienes”.

La dolencia mortal le ahorró, probablemente, el desastroso fin de todos los desdichados compatriotas que victimas de la ilusión lopista, quedaron encerrados en aquella horrenda trampa.

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