Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/954

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como militar y como un excelente secretario.

Alférez en 1825, teniente 2° el 26, marchó en el Ejército Republicano a la campaña de Río Grande, hallándose en la batalla victoriosa de Ituzaingó el 20 de febrero de 1827. Al concluirse la guerra con la convención de agosto del 28, ostentaba galones de teniente 1° de caballería de línea. Después de un corto período de servicios en la provincia de Buenos Aires, donde figuró como capitán, vino a radicarse en la recién constituida República uruguaya.

Movilizado cuando los disturbios anárquicos del general Lavalleja en 1832, permaneció fiel al gobierno constituído no obstante los vínculos de simpatía y amistad que lo ligaban a su antiguo jefe, y fué reconocido como capitán de nuestro ejército el 29 de agosto.

Sargento mayor el 6 de marzo de 1834, combatió a órdenes del coronel José María Raña el nuevo intento lavallejista de ese año.

Por decreto de Oribe de 3 de agosto de 1835, fué baja “por resultar sobrante en la organización del ejército y no tener tiempo para optar a la reforma”.

No obstante la situación que se le creaba y el mal efecto que debió ejercer en su espíritu una medida contra la cual reclamó en vano, se abstuvo de tomar parte en la revolución riverista del año 36.

Su simpatía por los rebeldes no bastaba para llevarlo a combatir contra un gobierno constituido.

Solamente cuando el presidente Oribe hizo renuncia de su puesto inaugurándose el gobierno discrecional del general Rivera, volvió a situación de actividad para estrenarse defendiendo al mayor Marote, — en forma notable — ante un tribunal militar. La guerra contra Rosas en 1839, lo llamó pronto a funciones más activas, y fué designado sargento mayor, adicto al general Rufino Bauzá, encargado de las fuerzas de guarnición de la capital.

Teníente coronel y segundo jefe de Estaño Mayor del general Rivera, preparábase para la campaña de Entre Ríos, cuando el general le cambió el destino nombrándolo Comandante Militar y Jefe Político del departamento de Soriano.

Empeñado allí en hacer una buena administración de orden y de economías, tuvo noticias de que el 6 de diciembre de 1842, el ejército de la República que mandaba Rivera había perdido en Arroyo Grande — Entre Ríos — una gran batalla que dejaba al país indefenso y abierto a la invasión extranjera. Ante la magnitud del desastre y por su sola cuenta, principió a tomar enérgicas medidas poniendo en pie de guerra el departamento y sin esperar la ley que vendría más tarde, decretó la abolición de la esclavitud para convertir a los negros manumitidos en hombres libres y enrolarlos al servicio de la causa nacional.

Abandonando Mercedes cuando las circunstancias lo impusieron, incorporóse en Villasboas, con más de 600

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