Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/955

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hombres, al ejército de Rivera que marchaba hacia el sur. El 3 de febrero de 1843, apenas vuelto al ejercicio del mando el vencido de Arroyo Grande, Pacheco fué designado Ministro de Guerra y Marina reemplazando al general F. E. Aguiar, que marchaba al ejército de operaciones. El nuevo ministro conservó a Montevideo al general José María Paz, ilustre estratega cordobés cuyos talentos militares admiraba, designándolo para ocupar la Comandancia General de Armas de la capital.

Desde este momento la vida de Melchor Pacheco y Obes se identifica con la historia de la Defensa de Montevideo y sale por esa misma razón de los límites de una simple ficha biográfica y personal.

Hubo de reeditar en la ciudad sitiada lo que ya había principiado a hacer en Soriano: prodigios de organización y de energía, infundiendo en el espíritu de los compañeros el calor de sus entusiasmos patrióticos, Vigorizó todos los resortes, colaboró con los más decididos y peleó cuando hubo necesidad de pelear. Llevó a Baena ante el pelotón de tiradores sin que las responsabilidades lo hicieran vacilar y fué de los que estuvieron en primera línea en los combates del Cerro y del Pantanoso.

El 10 de noviembre de 1841 — por una incidencia con un marino brasileño — el gabinete, entrando a sustituirlo el general Rufino Bauzá.

Como prolongamiento de la cuestión, Pacheco y Obes, el coronel Jacinto Estivao y su hermano el comandante Manuel Pacheco y Obes, salieron de Montevideo rumbo a Río Janeiro extrañados por decreto de fecha 13 de noviembre; pero a poco más de un año, el 1° de diciembre de 1845, estaba de vuelta en la capital después de haber pasado fuera del país verdaderas miserias, que lo obligaron a vender hasta sus alhajas de uso personal. Arribaba a Montevideo en momentos en que era necesario el hombre templado que enfervorizara la resistencia, y el presidente Suárez, incapaz de anteponer los intereses nacionales a un sentimiento subalterno, confirió a Pacheco el mando de todas las tropas de la guarnición.

Ascendido a general, una serie de medidas oportunas y firmes restituyeron la disciplina, un tanto resentida, y la lucha iba cobrando el antiguo espíritu inicial, cuando estalló el 1° de abril del 46 la revolución riverista provocada par la presencia en el puerto del ex-presidente Rivera que había llegado de Río Janeiro. Triunfante el alzamiento, Pacheco y Obes dimitió la jefatura del ejército el día 2, asilándose en una gata francesa pera dirigirse luego al Brasil, lamentando la pérdida de su conmilitón y amigo Estivao, muerto por los sublevados de abril.

El gobierno de Suárez pensó en confiarle una misión diplomática, que luego vino a quedar sin efecto y su permanencia en Río Janeiro se prolongó hasta principios del 49. El 22 de mayo de ese año, el Ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Ma-

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