Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/956

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nuel Herrera y Obes, dispuesto a utilizar sus servicios en Europa, lo nombró Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Francia.

Brillante actuación le cupo en la nueva tarea de defender el buen nombre y los intereses del país, en un ambiente en que la propaganda larga y sistemática, pero sobre todo el oro de Rosas, habían labrado mucho en perjuicio de la causa nacional. Con su característica actividad, habló a los ministros, ganóse la voluntad de importantes políticos y de eminentes literatos salió a la polemizando y rectifícando, además de haber escrito y publicado porción de opúsculos de controversia.

Sin detenerse aquí, fué capaz de llevar ante los tribunales a varios periodistas, todos los cuales viéronse obligados a retractarse de los términos difamatorios de sus artículos. La paz de octubre de 1831 que puso fin a la Guerra Grande, concluyó virtualmente con la misión diplomática, aunque demoró todavía unos días en Francia.

Llegó a Río Janeiro a mediados del 32 y allí tuvo ocasión de reconciliarse con el general Rivera, que a esas horas todavía no había logrado permiso para abandonar la Corte, donde hallábase retenido por especiosos motivos políticos, Mientras tanto, en el país, el problema presidencial había importado la vuelta al poder del Partido Blanco, al cual pertenecía el nuevo presidente Juan Francisco Giró.

La situación política cuando Pacheco retornó a Montevideo configuraba una situación gravísima. Pensábase en un golpe de fuerza que partiendo de las fracciones blancas extremistas, depusiera a Gíró a pretexto de que su debilidad como gobernante ponía en peligro las posiciones del partido, según lo afirma Antonio Díaz en su historia.

Un conflicto surgido en la plaza Matriz el 18 de julio de 1853, entre un batallón de línea y otro de Guardias Nacionales de La Unión, vino a ser la chispa que propago el incendió. A los pocos días, el orden constitucional nuevamente alterado por el abandono hecho por el Presidente de la República, abrió un capitulo de dolorosas agitaciones. Pacheco y Obes asumió la responsabilidad de los hechos y a iniciativa suya constituyóse un gobierno de índole desconocida hasta entonces en el país : un triunvirato formado por los generales Rivera, Lavalleja y el coronel Venancio Flores, el mismo día 25 de setiembre en que Giró desertaba su puesto.

Pacheco, dueño de la situación, pudo haber tomado las riendas del gobierno; pero se abstuvo de hacerlo con evidente grandeza de ánimo y probablemente en aras de un gran plan de futuro, al que se unía la inmediata reforma de la Constitución. Reservóse únicamente el cargo de jefe de Estado Mayor, que tuvo por decreto de 26 de setiembre.

Los sucesivos fallecimientos de Lavalleja primero, y de Rivera des-

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