taba el Ejército Auxiliar que bajo el mando de Rondeau debía llevar la guerra al Alto Perú,
La expedición concluyó en un descalabro, pues el jefe patriota carecía de capacidad para medirse con el enemigo general Pezuela, que inliviéndole la derrota de Sipe-Sipe el 28 de noviembre del año 15, cerró a los independientes en forma definitiva el camino del Altiplano.
Cualesquiera que puedan haber sido las causas inmediatas del contraste de Sipe-Sipe, está probado que nuestro coronel y su Regimiento 9° fueron los verdaderos héroes de la jornada, conteniendo la ola de españoles triunfantes que desbordaba, y dando tiempo a que el general Rondeau y el resto de sus cuerpos dispersos se atrincheraran en Cochabamba.
A partir de este heroico episodio, Pagola entra a figurar en el revuelto cicio de las desavenencias partidistas de las Provincias Unidas. En febrero de 1817 salió desterrado a los Estados Unidos, juntamente con el coronel Manuel Dorrego, por el Director porteño Pueyrredón, cuya torva política obraba de acuerdo con los portugueses para eliminar a Artigas del escenario platense,
En 1820, después de un término de actividades político-militares extraordinariamente movimentado, el coronel Pagola, cuyo bando había sido excluído por la violencia del poder, desembarcó en Montevideo, entonces en posesión de los portugueses conquistadores.
Sometido como estaba el país, fué a poblar una estancia en Canelones, con ganados realengos que le facilitó la autoridad lusitana.
Continúa en ese retiro cuando el desembarco de Lavalleja en la Agraciada trajo como consecuencia el levantamiento del país en 1825 y no figuró tampoco en el Ejército Republicano, no obstante la simpatía con que, según sus cartas, seguía el desarrollo de los acontecimientos y haber ofrecido sus servicios a Lavalleja en distintas ocasiones, conforme dice el general Enrique Patiño, autor de la biografía que nos sirve de base.
Creada la República por la Convención de Paz del año 1828, al procederse a la elección de la primera Asamblea General Constituyente y Legislativa de la nueva patria, Pagola, por los votos de los electo res de Durazno, ingresó en ella el 18 de noviembre y en todo el término que duraron las sesiones asistió a ellas sin intervenir en la tarea prima de articular la carta constitucional, tarea de especialidad jurídica ajena a su condición de hombre de guerra y a su notoria autoridad en cuestiones atinentes a la carrera.
Firmada la Constitución y el Manifiesto a los Pueblos, cuando la Asamblea puso fin a su cometido, el glorioso jefe del 9° era nada más que el ciudadano Manuel Vicente Pagola, pues al irse de Buenos Aires, vencido y dispuesto a que su alejamiento fuese formal y para siem-
