Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/968

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida

combatido antes con las armas en la mano, y en cuyo seno debía finalmente morir.

En 1855 ingresó a la Cámara de Diputados como representante de Maldonado. El cargo no le impidió seguir ocupado en tareas atinentes con la instrucción pública, y adelantando poco a poco en estudios de Derecho, en el año 1857 pudo recibir el título de doctor en jurisprudencia.

Diputado por Tacuarembó en las Cámaras de 1858 (8ª legislatura), sus proyectos otorgándole al presidente Pereira — hombre civil — el grado de Brigadier de los Ejércitos y los títulos de Gran Ciudadano y Benemérito de la Patria, a raíz de la sangrienta represión del movimiento revolucionario de 1857-58, no acreditaron precisamente su ponderación de representante del pueblo ; y el rechazo por el Senado, de los proyectos que el mismo Pereira habíase adelantado a rehusar, vinieron a confirmarla a pleno.

En la administración de Berro, este le confió la Jefatura Política de Cerro Largo, convencido de la necesidad de llevar al lejano departamento fronterizo a un ciudadano de raíz civilista, de progreso y desvinculado del caudillismo local.

Realizo en el desempeñó del nuevo cargo obra buena de reorganización y de orden, aunque luchando con la oposición sistemática de los círculos y de los caciques que habían detentado el dominio de Cerro Largo como señores feudales.

Transferido al departamento de Canelones el 30 de marzo de 1864, donde tuvo, además, el mando de la Guardia Nacional, paso al Salto el 8 de noviembre del mismo año como Comandante Militar, por decreto en que se le reconocían los servicios prestados a entera satisfacción del gobierno.

Ascendido a coronel graduado de Guardias Nacionales desde el 11 de abril de 1864, en el nuevo cargo la suerte mostrósele esquiva. Desposeído de casi todas sus fuerzas y reducido a la impotencia por el coronel Leandro Gómez, jefe gubernista que ejercía una verdadera dictadura militar en Paysandú y Salto, haciendo imposible la vida a todos sus conmilitones, la situación de Palomeque encerrado en la plaza de Salto, se hizo precaria. El caudillo revolucionario colorado no tardó en venir a desafiarlo en sus propios atrincheramientos, y poco después volvió para ponerle sitio. No obstante la creencia de que Palomeque iba a resistir, fundada en sus propios comunicados asegurando al gobierno “que esperaba en los baluartes de la libertad para escarmentar al enemigo, siempre cobarde y traidor”, la verdad fué que carecía de de elementos para hacerlo, y tuvo que capitular sin combate, entregando la ciudad el 28 de noviembre.

Gran revuelo produjo el suceso entre las filas gubernistas, explotado por sus propios correligionarios exaltados, pero Palomeque justificó a pleno su conducta y prueba de ello es que el gobierno le confirió el car-

— 968 —