Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/977

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Fuerte de San José, Obtuvo el grado e sargento mayor el 15 de agosto de 1859, por recomendación hecha. a la superioridad por el cuerpo legislativo, en la apertura de las sesiones del 15 de febrero, cuya guardia de honor Párraga había mandado.

En aquel doble puesto vióse envuelto en las reclamaciones formuladas por el representante de Inglaterra, G. S. Lettson con motivo de las violencias sufridas por unos marineros de la fragata “Curacao”. Párraga, que era un hombre — al parecer — de carácter violento y de modos descorteses, vino a aumentar su mala posición por la forma descomedida con que trató al almirante inglés que reclamaba en favor de sus subordinados. Por estos motivos y como satisfacción al diplomático reclamante, Párraga fué destituído de sus cargos, juntamente con el teniente 1° de la compañía de artillería Lindolfo García, por decreto del 1° de julio de 1862.

En la revolución traída contra el gobierno blanco por el general Flores, se hallaba de jefe de la guarnición de la Florida cuando el enemigo atacó la plaza al amanecer del 4 de agosto de 1864. Como aconteció siempre con las poblaciones atacadas o sitiadas en esa revolución, el gobierno fué incapaz de ir a su auxilio, sin haber tenido el cuidado de guarecerlas suficientemente,

Párraga y los suyos, en número muy inferior a los atacantes, resistieron heroicamente unas seis horas, en el curso de las cuales los foristas perdieron al coronel Faustino López y al capitán Venancio Flores.

Tomada la Florida a viva fuerza y hecho prisionero el mayor Párraga y sus principales subalternos, el general Flores tomó la fatal resolución de ordenar su fusilamiento. Resolución desdichada y desprovista de toda razón, apenas sí alcanzaría a atenuarla la circunstancia de que fué dada ante el cadáver de su hijo, pero que había sido muerto combatiendo lealmente.

El general revolucionario, haciendo ejecutar a los defensores de Florida, ensombreció inútilmente su triunfo y salpicó de sangre la bandera de la Cruzada Libertadora, según el título que había adoptado la revolución.

Sí adujo como razón de las ejecuciones en una nota al general Lamas, la falta de respuesta del gobierno a sus proposiciones de humanizar la guerra — encarando el hecho como una represalia — en la inconsistencia de esas mismas razones radica la prueba más palpable de que nada válido pudo alegar, como atenuante siquiera, de un acto injustificable a todas luces,

El gobierno de Aguirre, con fecha 12 de agosto de 1864, declaró que los sacrificados en Florida y sus compañeros de armas —vivos o muertos — habían merecido el bien de la patria, y sin perjuicio de disposiciones ulteriores tomaba bajo su amparo a las viudas y a los huérfanos.

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