Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/984

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rez en la campaña contra el caudillo blanco Timoteo Aparicio, fué portador del parte de la victoria del Sauce.

Teniente coronel en 1872, el 23 de diciembre de de ese mismo año entró a desempeñar funciones de Oficial Mayor del Ministerio de Guerra, sirviendo el puesto hasta que el nuevo presidente Dr. José E. Ellauri le dió el cargo de Jefe Político y de Policía de la capital en marzo de 1873, en cuyo desempeño vino a sustituirlo el teniente coronel Eugenio D. Fonda el 14 de octubre de 1874.

Después del golpe de cuartel del 15 de enero de 1875, culminación de un movimiento respaldado por las fracciones netas de los partidos tradicionales, que trajo la deposición de Ellauri, Pereda acompañó al Presidente legal al ausentarse para Buenos Aires, sin volver al país hasta fines del 76 a trabajar modestamente — simple ciudadano, pues la dictadura lo había radiado de los cuadros del ejército — redactor de la sección Exterior de “El Telégrafo Marítimo” primero, y más tarde con un escritorio de comisiones bajo la firma de Pereda y Lastarria.

Favorecido por la suerte en negocios de Bolsa, la inactividad a que lo constreñían los gobiernos subsiguientes al de Pedro Varela — que los hombres como Pereda no podían servir — decidieron su viaje a Europa, pasando a España y a Francia, donde aprovechó la ocasión para asistir a cursos militares de perfeccionamiento en el arma de infantería.

Hallábase de regreso en la República al formarse el Partido Constitucional, y afilióse al nuevo conglomerado cívico lleno de ilusiones y de fe, apareciendo su firma en la famosa protesta de 1881 contra, los errores del gobierno del Dr. Vidal.

El fracaso del constitucionalismo como factor de eficiencia en los destinos del país lo hizo retornar a las filas del Partido Colorado, cuando se amigo el Dr. Julio Herrera y Obes se puso a la obra de reorganizarlo.

En 1886, el gobierno del general Tajes le concedió la efectividad de teniente coronel, y más tarde, el propio Dr. Julio Herrera y Obes, electo Presidente de la República, reparando las injustas postergaciones, lo ascendió a coronel el 6 de agosto de 1891, nombrándolo después miembro Consejo de Guerra Permanente y de la Comisión Calificadora de Retiros.

Su quebrantada salud, que le había obligado a efectuar un segundo viaje a Europa, sin que alcanzara a recuperarse mucho, apenas le permitió desempeñar dos meses el último destino, pues la muerte, que de cerca había visto tantas veces en los campos de batalla, puso fin a su existencia el 29 de diciembre de 1893.

Esta vida concluída en silencio, omitiendo si se quiere, todavía, el episodio de Boquerón, es una ejemplar vida de militar ciudadano digna del recuerdo y de figurar entre las lecturas obligatorias en las escuelas, altas o bajas, del ejército.

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