Página:Fernández Saldaña - Diccionario Uruguayo de Biografías (1810-1940).djvu/990

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pensamiento, la libertad de prensa y la libertad de reunión, y finalmente, debía de exigir el sacrificio de la libertad electoral. La fraternidad, impuesta por la fuerza, condujo al gobierno de Pereira a tan graves excesos que, además de dar al país cuatro años de malestar permanente, maculó su historia con su coronación en el horrendo episodio de Quinteros, cuando el brote revolucionario de 1857 - 58 trajo la guerra civil. Encabezó esta tentativa el general César Díaz, en nombre de la fracción conservadora del Partido Colorado, desembarcando en la costa del Cerro de Montevideo con un grupo de compañeros procedentes de Buenos Aires. Varios caudillos militares, de los cuales era el principal el coronel Brígido Silveira, habíanse anticipado alzándose en campaña y operaban en el Sur. Reunidos al general César Díaz estos elementos, se libró el combate indeciso de Cagancha con el ejército gubernista del general Lucas Moreno, el 16 de enero del 58. Pocos días después, tenazmente perseguido por fuerzas muy superiores en número, comandadas por el general Anacleto Medina, el jefe revolucionario depuso las armas en el Paso de Quinteros del Río Negro, bajo la fé de una capitulación pactada directamente con Medina, en la que se garantían las vidas y el pasaje al Brasil de los principales jefes, El gobierno de Montevideo desconoció la capitulación, pues existía firme, a su juicio, un decreto expedido con anterioridad y comunicado a Medina, por el cual el general César Díaz y los rebeldes que lo acompañaban estaban. fuera de la ley y condenados a muerte de antemano. Medina no fué capaz de desacatar la orden del gobierno, aunque fuese con la seguridad de que sería fusilado él también por hacer honor a su palabra. Los capitulados bajo esa fé fueron ejecutados inícuamente entre el 1° y el 3 de febrero de 1858. Jamás se había visto en el país nada semejante, que recordaba los tremendos episodios de la barbarie rosista, pero que los hombres del gobierno calificaron como elevados actos de justicia nacional, El capítulo político quedó cerrado con este sello de sangre, mientras las Cámaras, compitiendo en entusiasmo por ser agradables a Pereira, le decretaron homenajes excepcionales proclamándolo Pacificador, Gran Ciudadano, Benemérito de la Patria y otorgándole grado militar de brigadier general del Ejército, Pereira, aunque accesible a las lisonjas, tuvo el suficiente tino de rehusar éstos honores cortesanos, que dejaron todavía más en descubierto a sus proyectantes. Vuelto a la simple condición de ciudadano el primero de marzo de 1860, fué electo senador por Soriano en 1861, pero sólo pudo ejercer el cargo muy poco tiempo, pues dejó de existir en Montevideo el 14 de abril del mismo año 1861, después de larga enfermedad y muchos días de postración.

Antonio de las Carreras, — el Ministro de Quinteros — tomó a su car-

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