PÉREZ, LORENZO JUSTINIANO
Constituyente del año 30, legislador y hombre político. Nacido en Montevideo el 7 de setiembre de 1787, era bijo de Manuel Pérez y María del Carmen Gomar.
Actor en las luchas que dieron por resultado la formación de la República, peleó por la patria para aceptar después, conforme lo hicieron casi todos sus contemporáneos, la dominación luso - brasileña, impuesta por la fuerza de las circunstancias. Su nombre figura entre los cabildantes de 1819-20, en calidad de defensor de pobres y menores y como capitán del Cuerpo Cívico de Montevideo en 1823.
Diputado por Montevideo a la Asamblea General Constituyente y Legislativa del Estado, se incorporó a ella el 3 de junio de 1829, para actuar hasta el día de su disolución y fué en esta calidad uno de los firmantes de la Carta Fundamental de la República.
Senador por San José en el término de 1833 - 38, pasó después a la Cámara de Diputados como representante por Montevideo el año 1839 y de nuevo ingresó al Senado, por los votos de la capital, por el sexenio 1841-46.
Vicepresidente de la Asamblea General en los días de la invasión de la República por el Ejército Unido de Vanguardia de la Confederación Argentina, después de la derrota de Rivera en Arroyo Grande. demostró gran entereza de carácter y su firma es la que aparece en el manifiesto del 20 de diciembre del 42, que declara a la Patria en peligro.
El mensaje al Poder Ejecutivo del 7 de enero de 1843, refleja igualmente un bello sentir patriótico y decidido.
Cuando hubo llegado el término de mandato legal, pasó a formar parte del Consejo de Estado y se le designó miembro de la Asamblea de Notables, creada por el gobierno de la Defensa para reemplazar transitoriamente los: cuerpos legislativos, que la guerra empeñada impedía elegir en las condiciones de la ley.
Vacante el Ministerio de Hacienda por renuncia de José de Bejar, el presidente Joaquín Suárez le confió dicha Secretaría de Estado el 29 de diciembre de 1846, pero el 20 de enero del año siguiente hizo dimisión del cargo.
Por causas que pudieron radicar en la lucha de facciones dentro de la capital sitiada, las cuales llevaron a muchos respetables ciudadanos a alejarse de la lucha, yéndose al extranjero o reduciéndose al silencio de su propia casa, este hombre, que en otros momentos había dado muestras de sus seguras convicciones políticas, cayó en la aberración inexplicable de escapar ocultamente de Montevideo en agosto de 1849, yendo a asilarse en el campo de Oribe, a quien había anatematizado en tan-
