capítulos sobre el matrimonio de Proles, He- rolt, etc.; en las apostillas de la época; en los li- bros populares de Genoveva, Griseldis, del fiel conde Alejandro; en la Historia de una virtuosa emperatriz de Roma, de Hans Rosenblút; en las plegarias nupciales de la Iglesia, es fácil en- contrar manifestaciones de un alto aprecio por el matrimonio y reconstruir un ideal matrimonial que «no es peor que el del protestantismo». En todo caso, sería preciso citar siempre estas alaban- zas y encomios frente a los denuestos que se ma- nifestaban, sobre todo, en las bufonerías popu- lares.
El matrimonio en la predicación. — Quisiera llamar la atención particularmente sobre un ex- tremo: el referente a la predicación. El sermón ejerce la máxima influencia sobre el pueblo, así como recoge y exterioriza sus concepciones. He aquí, por lo pronto, lo que dice la mayor autori- dad del siglo pasado en lo referente a la predica- ción: Lecoy de la Marche:
«Los predicadores honran a la mujer enalte- ciendo la dignidad del matrimonio, que no sólo es un sacramento, sino una especie de orden, con re- glas especiales y especial santidad. La virginidad tiene su valor, y merece alabanzas; pero es curio- so que durante el siglo de la mística sea, ante to- do, la vida conyugal, en todos sus detalles, la que se presenta como modelo al pueblo con sus debe-
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