res y características.» Otro especialista, Dfleger, declara que después de haber recorrido casi todo lo que contienen los sermonarios alemanes de la Edad Media, no ha encontrado un solo pasaje en el que se vea la menor desconceptuación del ma- trimonio. El predicador de San Jorge enumera, entre las siete columnas sobre que la cristiandad descansa, el matrimonio. «Los que se mantengan honrados, como el Señor ha dispuesto, disfruta- rán del reino de los cielos.» Las conminaciones del ¿ran Bertoldo de Ratisbona revelan con cla- ridad que la Iglesia combatió con energía ciertos privilegios del hombre,. que pretendían fundarse en el derecho secular, y dió las más sanas adver- tencias para lograr un matrimonio feliz.
El ideal moderno y el ideal medieval del ma- trimonio. — Em lo que se refiere a los fines más elevados del matrimonio, como son la vida de un cónyuge para el otro, y la recíproca asistencia espiritual, ¿faltaron, acaso, en la Edad Media? Constantemente se insiste en que el fin último del matrimonio es la reproducción de la especie y la emancipación del pecado de la sensualidad indómita; lo espiritual, propiamente dicho, que- daría, pues, a un lado.
Oportunamente me he planteado el problema y he recorrido con el pensamiento la moderna literatura. ¿Dónde se nos ofrece este ideal del matrimonio? En nuestro teatro no puede, en rea-
— 109 —
