ción. No hace mucho apareció una colección de maldades sobre la naturaleza y la vida de las mujeres, el Sexe faible de W. Vogt, que registra una serie de pasajes dedicados por franceses sig- nificados a la mujer. Ya los griegos mismos, pue- blo de pensamiento noble y cultivado, han pre- tendido apartar del hombre la culpa de los males del mundo, imputándosela a las mujeres; tal sig- nifica el mito de Pandora. Si la tierra está «pla- gada de males, que aun sobre el mar rebosan, y de enfermedades que padece la humanidad», la culpa es, sobre todo, de Pandora, o sea de la mu- jer. De esta misma manera de pensar no estuvo exenta la Edad Media; pero por otros motivos. Hemos de distinguir cuidadosamente, para lo- grar un juicio certero, la literatura científica, la predicación y la poesía.
Para dar a conocer el menosprecio en que se tuvo a la mujer, se aducen también testimonios de la antigúedad cristiana: así se recurre a pasa- jes violentos de un hombre tan impetuoso como San Jerónimo, que, sin embargo, tanto hizo en pro de la mujer, y a otros de Gregorio el Gran- de, casi siempre sin referirse concretamente a la fuente, por lo que la comprobación se dificulta. Lo cierto es que de los escritos de los Santos Pa- dres pueden recogerse igualmente himnos en ala- banza de la mujer, como cuando proclaman que no obstante todas las diferencias, en lo más ele-
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