tes enumeraciones, sobre todo cuando se difun- den, pueden ser consideradas como de buen g$us- to? Dero, aparte de esta cuestión, es indudable que las consecuencias que de ellas se han sacado son falsas. El historiador finlandés, Crohns, dijo del Alfabeto que era una contribución al menos- precio de la mujer, y, generalizando equivocada- mente, que es en cierto modo el resultado de la evolución de la Edad Media, en punto a la apre- ciación de la mujer. Su error consiste en pensar que ambos monjes hablan de las mujeres en ge- neral, cuando es terminante la distinción estable- cida entre malas y buenas mujeres, siendo las últimas alabadas por todo extremo. Apoyándose en esto, se ha vuelto a hablar recientemente, en distintos sentidos, de una agudización del menos- precio de la mujer al finalizar la Edad Media. Se alude al crudo Malleus maleficarum de los domi- nicos Sprenger e Institoris. Ambos ultrajaron horriblemente a las mujeres; esto es, a aquéllas que son supuestas brujas. La investigación debe reconocer que este libro ha fomentado la brujería, y también que de ello son, en parte, responsables muchos pasajes horribles de teólogos medievales. Pero la brujería, y su imputación al sexo femeni- no, es antiquísima; el nombre striga, femenino, aplicado a bruja, es igualmente antiguo. Las bru- jas, conforme a las representaciones del paganis- mo germánico, son predominantemente hembras.
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