arraigan entre nosotros, como en Francia, sobre las concepciones e ideales del mundo germánico. En un principio, el tema principal es el placer del combate. Moribundo, el héroe, en el Cantar de Roldán (1), piensa en sus conquistas, en la dulce Francia, en su estirpe, en su señor, Carlomagno; pero ni una palabra tiene para su prometida, que le espera, la hermosa Aude. En la epopeya de Car- lomagno, en el «Cantar de los Nibelungos», sale a nuestro encuentro la imagen pura, fiel, aunque algo ruda, de la mujer germánica; sensualidad, amoralidad y una conducta libre, son los rasgos que los autores descubren en las mujeres paga- nas. La descripción de la hija del rey de Borgo- ña, Hildegunda, en el «Cantar de Gualterio», del siglo x, es magnífica (2). En los días de la com- pra de la mujer, acepta con delicadeza la adqui- sición de que es objeto por parte del héroe. No piensa en un homenaje que sea debido a su her- mosura, sino que reconoce con adoración humil- de y obediente las órdenes del marido, tan mere- cedor y festejado. Una de las escenas más con- movedoras, donde se revela el amor púdico de los antiguos germanos, es la desarrollada en la selva de los Vosgos, cuando ella, no obstante su inven-
(1) V. El Cantar de Roldán, Madrid, «Revista de Occidente». (2) V. Leyendas heroicas de los germanos, Madrid, «Revista de Occidente».
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